Existe un desconocimiento extendido de la labor tan importante que prestan los cuidadores profesionales.
Los que hemos tenido la preocupación de buscar el mejor perfil para atender a nuestros padres o familiares en casa, a menudo hemos partido de la base de que debíamos aceptar que, o priorizabas el perfil educado y cariñoso, que le cogiera la mano cuando tú no estabas, se ocupara más o menos de asearla, sacarla de paseo cada día, limpiar al menos sus dependencias y lavar su ropa, probablemente jugar al parchís o acompañarla para ver la telenovela, o elegías un perfil técnico que supiera mantener a tu ser más querido bien aseado, con menor riesgo de caídas, especialmente en la ducha, siguiendo una dieta adecuada, que la hiciera caminar y que trabajara su capacidad motora y cognitiva, controlando y administrando perfectamente sus pautas de medicamentos y los horarios, todo ello sujeto a una disciplina rígida impuesta por el horario del profesional. Ya suplirías tú el resto.
Es un grave error. Los cuidadores profesionales se han formado para poder ofrecer todo ello conjuntamente, con afecto, paciencia y flexibilidad y, al mismo tiempo, con la instrucción precisa para trabajar la autonomía personal de las personas mayores dependientes o suplir, en su caso, la falta de autonomía, de manera natural, sin que nuestro ser querido sienta agredida su dignidad. Es un perfil complejo que requiere, como he señalado, formación y también vocación.
Tras incidir varios años en el error señalado, yo he tenido la suerte de contar con personas con este perfil profesional, he apreciado la diferencia y estoy muy agradecida por haber contado con su ayuda. Están capacitados para todos los cuidados corrientes pero además, están capacitados para entender y anticipar complicaciones y para adoptar iniciativas cuando tú no estás cerca. Han sido formados en bioética, participación activa, inteligencia emocional, bienestar y corresponsabilidad. Enseguida adquieren la confianza de la persona a quien atienden y la de la familia al completo porque su formación incluso se extiende a las relaciones intergeneracionales. Y lo más importante, mientras ellos realizan su trabajo tú puedes recuperar tu papel esencial de hija, de esposa y de madre de tus propios hijos, sin la frustración que supone hipotecar tu vida con una prestación de cuidados para la que no estás preparada. Cuando recuperas esa relación, de pronto te das cuenta de que ha supuesto un alivio para tu madre, la última persona que quiere ser una carga para ti y para tu familia y recuperas también esa relación cómplice y afectiva que tanto echabas de menos.
En el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, aprovechando la oportunidad que nos brinda escribir en esta tribuna, queremos ofrecer nuestro reconocimiento mayúsculo y nuestro agradecimiento profundo a los Cuidadores Profesionales. GRACIAS.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de las Personas Cuidadoras