Con motivo del Día Internacional de la Educación, que se celebrará el próximo miércoles 24 de enero, la ONG de infancia Educo recuerda que la educación aleja a los niños y niñas de la violencia y que los centros escolares deberían ser espacios seguros para todos ellos y ellas.
“Los niños y las niñas tienen derecho a estar protegidos como está establecido en la Convención de los Derechos del Niño de 1989. Lamentablemente, muchos sufren violencia de diferente tipo y grado. Además, a veces no son conscientes porque la tienen normalizada en sus vidas”, explica Pilar Orenes, directora general de Educo.
Naciones Unidas calcula que unos 160 millones de niños y niñas trabajan, de los cuales la mitad lo hacen en empleos que ponen en riesgo sus vidas. Asimismo, cada año hay 12 millones de niñas que son obligadas a casarse. Otro dato estremecedor es el de la infancia víctima de trata. A nivel mundial 2,5 millones de personas son víctimas de trata, la mitad menores de 18 años, aunque se estima que por cada una identificada hay 20 más que no lo están. “Los números solo muestran la punta del iceberg.
Hay mucha violencia hacia la infancia que está totalmente invisibilizada, ya sea porque la sociedad no la reconoce como violencia o porque ni su entorno ni ellos ni ellas se atreven a denunciarla, lo que no nos permite ser conscientes de la desprotección de millones de niños y niñas en el mundo. Lo que sí sabemos es que la educación siempre va a ser parte de la solución para acabar con la violencia”, añade Orenes.
Ir a la escuela y acceder a una educación de calidad son factores clave para alejar a estos niños y niñas de toda violencia, como la trata, el trabajo infantil, el matrimonio infantil u otro tipo de abusos. La educación les da herramientas para defenderse y, sobre todo, alternativas de vida. “En general, las escuelas son espacios seguros donde los niños y las niñas están protegidos. Pero tenemos que admitir que la violencia se cuela en las aulas de muchas formas distintas y debemos trabajar para que esto no suceda”, afirma la directora general de la organización.
A nivel mundial, se calcula que 1 de cada 3 niños, niñas y adolescentes es víctima de acoso escolar, una proporción que llega hasta casi la mitad del alumnado en el continente africano (48,2%) y Oriente Medio (41,1%), según datos de la Unesco.
El castigo corporal se sigue utilizando como método correctivo y punitivo en muchos contextos. Está legalmente prohibido en los colegios de 132 países, pero aún se permite en 63. En las guerras, los conflictos armados y las catástrofes naturales, la educación de la infancia sigue siendo uno de los primeros derechos que se pierde y uno de los últimos que se recupera.
En 2020 y 2021 se denunciaron más de 5.000 ataques a escuelas y universidades, incluido el uso militar de las instalaciones. En el mismo periodo, fueron heridos o asesinados al menos 9.000 estudiantes y educadores.
Ante esta realidad, Educo, como ONG defensora del derecho a la educación de la infancia, propone 5 medidas clave para que las escuelas sean lugares más seguros para los niños y niñas:
- Formación. Para combatir la violencia en los centros educativos es clave que tanto el alumnado como el profesorado, las familias y la comunidad conozcan qué derechos tiene la infancia y qué prácticas, como los golpes, el abandono o el matrimonio infantil, son formas de violencia. Asimismo, hay que promover la educación positiva y el buen trato.
- Escucha activa. Hacer de la escuela un lugar más seguro pasa por escuchar de manera activa al alumnado y dejar que participe en los asuntos que les afectan. Es básico que sientan que pueden contar sin miedo qué les está pasando y saber que les ayudarán si lo necesitan, tanto en el colegio como en su entorno familiar o su comunidad. Además, sus opiniones deben ser tenidas en cuenta a la hora de establecer las normas de convivencia de los centros educativos.
- Instalaciones seguras. Las escuelas no deben ser atacadas, tal y como recoge el derecho internacional. Pero además no puede haber lugares y rincones dentro de estos centros, alejados o poco accesibles, en los que se puedan cometer agresiones sin que nadie lo vea.
- Inversión. Sin financiación, una escuela pública, de calidad y segura no es posible. Por ello es necesario instar a los gobiernos a que hagan una apuesta económica. De hecho, la educación a nivel mundial tiene un déficit de financiación de casi 100.000 millones de dólares según cálculos de la Unesco.
- Redes de apoyo. Fomentar el trabajo en red entre la escuela, la comunidad, las familias y los gobiernos permitirá que no solo el colegio, sino todo el entorno que rodea a la infancia sea más seguro y que se hagan leyes específicas y eficaces que la protejan.
“El Día de la Educación es un buen momento para felicitarnos por todo el camino hecho, aunque también para recordar todo lo que queda. Aún estamos lejos de cumplir con la Agenda 2030 en cuanto a una educación de calidad en entornos seguros. Empezar por cumplir estas cinco medidas nos ayudará a alcanzar unos objetivos que cada vez parecen más lejanos”, declara Orenes.
¿Escuelas seguras en España?
En España, uno de los principales problemas relacionados con la violencia dentro del ámbito escolar es el bullying. Hay pocos datos sobre el acoso escolar y entre los que se conocen, existen diferencias. Según el reciente informe PISA, el 16% del alumnado es víctima de bullying aunque otros estudios elevan la cifra al doble.
“La falta de datos y la contradicción de los mismos aumentan la invisibilidad del problema. En todo caso, sabemos que el bullying está ahí, en las aulas. Mientras un solo niño o niña en la escuela lo esté sufriendo tenemos que combatirlo y abordarlo para que no se den más casos y acabar con este fenómeno”, pide la directora general de la ONG.
En este sentido, Educo considera que un elemento clave para terminar con el acoso escolar es la figura del coordinador de bienestar y protección de las escuelas. Esta figura está recogida en la Ley Integral de Protección a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI), pero se ha instaurado de manera desigual y con insuficientes resultados.
Sin inversión, formación, horas libres para trabajar y apoyo por parte del colegio y de las administraciones, tener un coordinador o coordinadora en la escuela se queda en un mero trámite para cumplir con la ley.
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