La infancia, la adolescencia y la juventud son los sectores de la población a los que este año hemos dedicado el Día Mundial de la Salud Mental, bajo el lema “Dale like a la salud mental. Por el derecho a crecer en bienestar”. ¿Y por qué ponemos el foco en este colectivo? Porque la salud mental infanto-juvenil es una de las principales asignaturas pendientes de la sanidad española que es urgente mejorar.
Hay estudios que indican que la pandemia provocó un aumento de hasta el 47% en los trastornos de salud mental en menores, y agravó los ya existentes. La Organización Mundial de la Salud advierte de que una de cada siete personas de 10 a 19 años en el mundo, padece algún trastorno mental. Y, según el Barómetro Juvenil sobre Salud y Bienestar 2021, casi 9 de cada 100 jóvenes experimentó ideas de suicidio ‘continuamente o con mucha frecuencia’, cuando en 2019 esa proporción era del 5,8%.
La infancia es la base sobre la que nos construimos como personas adultas. Si no tenemos el amor, la protección y el cariño necesarios en esa etapa de la vida, en el futuro tendremos más riesgo de desarrollar problemas de salud mental. La depresión, la ansiedad, los trastornos de la personalidad o el doble de riesgo de intentos de suicidio son, por poner un ejemplo, algunas de las consecuencias del maltrato infantil en la edad adulta. Hay otros factores de riesgo relevantes: más de un tercio de las personas con problemas de salud mental ha sufrido algún tipo de abuso durante su infancia.
Y más allá de la historia vital de cada uno de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, lo cierto es que están creciendo y madurando en un mundo que nada tiene que ver con el de antes. La inmediatez, las prisas con las que vivimos, la continua exposición en redes sociales, la presión mediática por alcanzar un físico determinado y una vida perfecta que no existe… todo esto son factores que afectan a su salud mental.
También influyen en el bienestar factores como el machismo, la homofobia, el racismo, el acoso escolar, la precariedad laboral, la pobreza, la violencia, los abusos sexuales, los conflictos bélicos y la necesidad de migrar, o más recientemente, el cambio climático.
Vivimos en un sistema competitivo, en el que lo común y la comunidad han dejado de tener importancia; donde prima el individualismo; el éxito se mide en términos económicos y los momentos de felicidad se buscan en el consumo y en lo material. Un sistema que abusa de los recursos naturales, con la repercusión que esto está teniendo sobre el planeta en forma de desastres y catástrofes, y con ello sobre nuestra salud mental.
Hemos admitido un modelo de vida que provoca demasiada incertidumbre, ansiedad y desesperanza en las generaciones venideras, a las que tampoco estamos sabiendo enseñar a gestionar esos sentimientos. Por eso es importante retomar el enfoque humanista. Hay que introducir e implantar en la sociedad valores y cualidades que pongan a los cuidados y a las personas en el centro.
Desde SALUD MENTAL ESPAÑA nos parece crucial que se dediquen los recursos humanos y materiales necesarios para ofrecer una atención sociosanitaria de calidad. Es fundamental, además, que se implemente una asignatura de educación emocional que fomente en la escuela la sensibilidad hacia realidades distintas y trabaje en la prevención.
También creemos necesario poner en marcha programas de formación para las y los docentes sobre métodos para prevenir, detectar y atajar el acoso escolar o bullying, así como crear una estrategia a nivel estatal que permita articular los mecanismos de prevención y actuación necesarios para abordar y prevenir los abusos sexuales a menores.
Es también imprescindible promover el empleo juvenil y luchar contra la precariedad laboral que impide a las personas jóvenes comenzar su proyecto de vida. Otra de nuestras propuestas es sensibilizar a la sociedad, en especial a las personas más jóvenes, acerca del riesgo que supone el consumo de drogas en el desencadenamiento de los trastornos mentales.
En definitiva, debemos profundizar en las causas del malestar psíquico de la juventud. Solo así podremos trabajar para dejarles un mundo en el que el bienestar sea no solo un derecho para todas y todos, sino también una realidad.
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