El desempleo y las condiciones laborales en España son un grave problema nacional. Esta dramática realidad se agrava en las personas que presentan alguna discapacidad, según el Instituto Nacional de Estadística, en 2023, un 74% de esta población estuvo desempleada. En otras palabras, aproximadamente sólo 1 de cada 4 personas con discapacidad trabajan.
Los motivos son diversos: estereotipos basados en creencias erróneas, falta de accesibilidad, baja inclusión educativa, falta de autoestima… Pero lo cierto es que esto va mucho más allá de las cifras. El empleo es un derecho, es la llave a la transición a la vida adulta. No solo obtienes un salario por el trabajo realizado, sino que te relacionas con iguales y se desarrolla tu sentido de pertenencia y autoeficacia. El empleo es un protector de la salud mental.
Pero, ¿qué hacer ante cifras tan desalentadoras? Ser proactivo y buscar soluciones. Una de ellas, aunque no es sencilla, es emprender. Si el mercado no te hace hueco, tú te creas uno.
¿Qué cualidades debe tener una persona emprendedora? ¡Muchas! Algunas de ellas son: tener sus valores y su propósito claro, desarrollar una propuesta de valor diferencial, resiliencia, capacidad de gestionar la incertidumbre, un conocimiento especifico que le haga sobresalir, capacidad de adaptación, saber trabajar bajo presión, crearse lo que a mí me gusta llamar una huella personal o, lo que es lo mismo, una marca personal. La lista es larga. Además, la formación tanto reglada como no reglada es fundamental para avanzar con paso firme y conseguir resultados.
En el ámbito de la discapacidad, hay entidades que dan ayudas y formación. Como presidenta de Convives con Espasticidad, tengo que mencionar que en la Escuela Convives es la 1ª Escuela Online de Afrontamiento Activo de la Discapacidad (también se habla de emprendimiento, “Discapacidad y empleo de calidad: la combinación para un futuro digno). Asimismo, el Estado da ayudas al autoempleo. Desde 2023, la tarifa plana para personas con alguna discapacidad es de 80€ mensuales durante los primeros dos años de actividad.
Si pasado este periodo no se alcanza el salario interprofesional con los ingresos de la actividad, entonces, podrás ampliar la tarifa plana un año más, hasta los 36 meses. También, existen diferentes ayudas para la inversión inicial y formaciones específicas. Desde mi humilde opinión, claramente insuficientes en muchas ocasiones. La discapacidad es cara y empobrece y, en demasiadas ocasiones, suelen ir unidas. El Estado y las diferentes Comunidades Autónomas deben facilitar la inclusión laboral en todas sus formas también, por ello, ¿por qué no el emprendimiento también?
Como persona con discapacidad, emprendedora, y mentora que acompaña a personas en este proceso, tengo que decir que yo elegí esta opción por varios motivos, entre los que destaco: quería vivir de mi vocación y, además de ser presidenta de Convives con Espasticidad, soy psicóloga, comunicadora, consultora y mentora.
El camino no es fácil, pero la satisfacción y la capacidad de gestionar tu propio tiempo merecen la pena. La autogestión del tiempo permite cuidarte más y mejor. Aunque es cierto que no todas las personas, tengan o no tengan discapacidad, pueden ser emprendedoras.
Pero tener una discapacidad no tiene por qué ser una limitación para emprender y, a veces, emprender es la única salida frente al desempleo. Y tú, ¿qué salida buscas ante el desempleo?
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