Al salir del reciente Foro Económico Mundial de Davos, reflexioné sobre lo que significa la situación actual para el mundo del trabajo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El Foro observó acertadamente que nos encontramos en un punto de inflexión. El mundo se enfrenta a varias crisis globales: conflictos, una recesión económica mundial y los efectos devastadores del cambio climático, entre otros. Teníamos esperanzas, al salir de la pandemia de la COVID-19, de que podríamos avanzar mejor, de que podríamos centrarnos en la acción contra el cambio climático y en el rescate de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como pidió el Secretario General de la ONU. Pero estas esperanzas se han visto truncadas por una nueva crisis alimentaria y energética, provocada por el estallido de la guerra en Ucrania.
En el mundo del trabajo, nuestro reciente informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2023 también dibuja un panorama preocupante. El crecimiento del empleo mundial será sólo del 1,0% en 2023, menos de la mitad que en 2022. El desempleo mundial aumentará ligeramente en 2023, en unos 3 millones de personas, hasta alcanzar los 208 millones. Esto supondría una inversión del descenso del desempleo mundial registrado entre 2020 y 2022.
La desaceleración actual significa que muchos trabajadores tendrán que aceptar empleos de menor calidad, a menudo con salarios muy bajos y, en ocasiones, con un número insuficiente de horas. Además, como los precios suben más deprisa que los ingresos laborales nominales, la crisis del coste de la vida corre el riesgo de empujar a más personas a la pobreza, incluidos millones por debajo del umbral de pobreza. Esta tendencia se suma a las importantes caídas de ingresos registradas durante la crisis de COVID-19, que afectó en mayor medida a los grupos de renta baja en muchos países. Como consecuencia, se observa un aumento de la desigualdad en muchas partes del mundo, lo que hace temer un aumento de las tensiones sociales.
Muchas empresas también están luchando contra el impacto de estas múltiples crisis, siendo las pequeñas empresas y las microempresas especialmente vulnerables.
Cooperación
Sin embargo, al recordar los debates de Davos, centrados en la cooperación, me quedé con la impresión y la convicción de que hay esperanza: en el mundo internacional existe la voluntad y la determinación de trabajar juntos. También está surgiendo la idea de que debemos colaborar para abordar los problemas económicos, sociales y medioambientales en pie de igualdad. En este empeño, la Agenda 2030 debe seguir siendo nuestro marco para la acción multilateral.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 8 sobre Trabajo Decente y Crecimiento Económico Sostenible se sitúa en el centro de los 17 ODS, y con razón. Las normas laborales, las políticas de empleo, la protección social y el diálogo social son más importantes que nunca. De hecho, el trabajo decente es fundamental para todas nuestras vidas y va mucho más allá del lugar de trabajo. Es el camino para salir de la pobreza y un elemento central del desarrollo sostenible. Esta es la razón por la que algunos aspectos del programa de trabajo decente de la OIT también están incluidos en muchos otros ODS: desde la reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria, la salud y la desigualdad, hasta la serie de objetivos medioambientales que necesitan transiciones justas, y la búsqueda de la paz, la justicia y unas instituciones fuertes.
Por lo tanto, contamos con los elementos necesarios para acelerar la acción necesaria en la dimensión social del desarrollo sostenible. El mundo del trabajo, centrado en el ODS 8 y los objetivos relacionados, es un buen punto de partida en este sentido. Las acciones combinadas, globales y nacionales, son cruciales en países que se enfrentan a déficits masivos de trabajo decente y a desigualdades excesivas, mientras que sus recursos financieros y capacidades institucionales son limitados.
Justicia social
Cuando pensamos en justicia social, pensamos en equidad, en igualdad, en tener los medios -y el derecho- a una vida digna. El trabajo digno es clave para la justicia social, pues abre un mundo de posibilidades en materia de alimentación, salud, educación y un medio ambiente seguro y limpio.
Sin embargo, la justicia social es más que una aspiración. Es factible. Aprendimos de la pandemia de COVID-19 que los países pueden trabajar juntos.
Por eso tengo la esperanza de que juntos podamos trabajar por la justicia social en una amplia coalición, que permita a las sociedades y a las economías funcionar mejor y reducir la pobreza, las desigualdades y las tensiones sociales, y poner en marcha una transición justa hacia economías más verdes, sostenibles y justas.
Debemos atender el llamamiento de Davos y cooperar en este mundo fragmentado para avanzar en el camino hacia el desarrollo sostenible a través de los ODS. Este año, la Organización Internacional del Trabajo reunirá una Coalición Mundial por la Justicia Social. La consecución del ODS 8 sobre trabajo decente ayudará a hacer realidad la aspiración de un mundo igualitario y justo.
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