Todo parece seguro hasta que deja de ser reconocible. Vivimos en un mundo marcado por desafíos globales y de relaciones tan complejas que a la mayoría de quienes lo habitamos, se nos escapa de las manos. Ahora bien, esta falta de control sobre el camino hacia el que nos conducen los poderes reales y fácticos, podemos suplirlo con la herramienta más poderosa que tiene el ser humano: la educación.
Su poder es infinito si consideramos que la utilizamos para formar a las personas que van a construir el futuro y, por tanto, a quienes tendrán capacidad para cambiar el mundo. La educación influye directamente en el progreso de personas y sociedades, y contribuye a obtener calidad de vida y bienestar social.
Este 24 de enero celebramos la sexta edición del Día Internacional de la Educación, bajo el lema “aprender para una paz duradera” que cobra un especial sentido en un contexto de conflictos armados, donde el respeto por los valores esenciales da paso a la cultura del odio.
Por eso, en ese poder infinito al que hacía referencia, es que debe emerger la educación para la paz como un faro de esperanza y transformación. Como señala la UNESCO, “el aprendizaje para la paz debe ser transformador y contribuir a dotar a los alumnos y alumnas de los conocimientos, valores, actitudes, competencias y comportamientos necesarios para convertirse en agentes de paz en sus comunidades”.
Empecemos trabajando y concienciando desde las aulas para que su influencia se extienda y tenga un impacto palpable en las sociedades y en los entornos laborales, posibilitando un camino hacia un futuro más sostenible.
La educación para la paz es más que un antídoto contra la violencia porque aborda las causas subyacentes de los conflictos. La pobreza, la desigualdad y la discriminación son factores que, cuando se trabajan desde un enfoque educativo, pueden contrarrestarse de manera más efectiva.
De ahí que la resolución de conflictos sea uno de los pilares fundamentales de esta educación transformadora. En el ámbito empresarial, esto se traduce en un compromiso renovado con la sostenibilidad y con un enfoque en la creación de impacto positivo en las comunidades en las que las organizaciones desarrollan su actividad.
Si se forma a ciudadanos comprometidos, la educación para la paz consigue un efecto preventivo y contribuye a la construcción de comunidades y empresas justas y equitativas.
Y es que enseñar a enfrentar las divergencias con empatía y habilidades de comunicación efectiva, además de crear ambientes laborales más armoniosos, sienta las bases para llegar a una sociedad que abrace la diversidad en todas sus formas.
La empatía es un valor educativo esencial que se potencia cuando las personas son expuestas a diversas realidades. Esta capacidad de ponerse en el lugar del otro no solo mejora las relaciones interpersonales, sino que también impulsa la resolución conjunta de conflictos con soluciones innovadoras.
En ENUSA, tenemos el convencimiento de que construir entornos colaborativos, promover la tolerancia y valorar la diversidad fortalece la cohesión entre quienes formamos la compañía, al tiempo que se refleja en la manera en que llevamos a cabo nuestro desarrollo de negocio, generando un impacto positivo de la sostenibilidad sobre la reputación empresarial.
Al invertir en la educación para la paz, los hombres y mujeres de ENUSA, además de ser profesionales altamente capacitados, se convierten en agentes de cambio que contribuyen activamente al bienestar de la sociedad. El poder transformador es innegable porque a la vez que moldea a los individuos facilitando la comprensión profunda de las experiencias de los demás, permea en la cultura organizacional.
ENUSA quiere aprender para una paz duradera y ser parte de la construcción de un presente equilibrado y reconocible, que permita dirigirnos hacia un futuro equitativo que busca la sostenibilidad económica del negocio al tiempo que se logran los compromisos adquiridos con la Agenda 2030 para responder a los desafíos que plantea el desarrollo sostenible a nivel global.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de la Educación 2024.