Los resultados obtenidos en un estudio reciente de la Coordinadora Catalana de Fundaciones que analizaba la composición de género en las organizaciones, describen una alta participación femenina en todas las dimensiones de la gestión y realidad cotidiana del mundo fundacional.
Desde el voluntariado hasta las plantillas de personas trabajadoras, las mujeres representan una mayoría holgada con porcentajes que superan cómodamente el 60%, lo que denota una importante feminización del sector, especialmente en los sub-ámbitos social, de salud y educativo. También a los equipos directivos las mujeres representan una clara mayoría, en una proporción que acaricia el 60%.
Sin embargo, es en los patronatos -principales órganos de gobierno de las fundaciones- donde esta realidad se invierte y la participación femenina cae por debajo del 35%. Así, la feminización del sector en la base social de las organizaciones no se corresponde con una presencia equivalente a los cargos con más poder.
¿Qué sucede en las sociedades cotizadas del mercado continuo español? La cifra de consejeras en 2020 fue del 26%, a más de 4 puntos de distancia de cumplir la recomendación del Código de Buen Gobierno de la CNMV de contar al menos con un 30% de consejeras en ese mismo año.
La universidad española cuenta con mayor participación de mujeres que de hombres, excepto en las carreras STEM – Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (por sus siglas en inglés)-. Según la Oficina Europea de Estadística, las mujeres matriculadas en las universidades españolas suponen un 58%. No obstante, solo el 16% de las rectoras son mujeres y solo el 21% en el caso de las catedráticas.
Las mujeres tienen más valoraciones óptimas en sus puestos que los hombres, sacan mejores notas de media en grados y posgrados, pero son pocas las que consiguen llegar a lo más alto del escalafón de la docencia. Existe una clara “segregación vertical de género” en la ciencia española pese a algunos avances.
¿Por qué?
Se barajan varias explicaciones, entre ellas, que, para optar a una cátedra, no sólo cuentan los méritos, sino la capacidad de hacer lobby e influencia entre bambalinas. A las mujeres nos conviene invertir en la construcción y fidelización de nuestra red profesional y sembrar nuestra marca y reputación. ¡Tenemos que salir de los despachos!
¿Y por qué hay menos mujeres en STEM? Probablemente está aún muy arraigado el estereotipo de que las mujeres sean consideradas de letras y los hombres de ciencias. Esta idea forma parte de la construcción de las expectativas formativas y profesionales de las niñas y adolescentes, permanece incorporado al talante de muchos educadores y es un factor cultural aún en la actualidad. Se debe promover la visibilidad de las mujeres STEM, especialmente en puestos de liderazgo en gobiernos, empresas comerciales, universidades y centros de investigación.
En la Fundación Pasqual Maragall tenemos un equipo compuesto por un 70% de mujeres y un 30% de hombres. En el Comité de Dirección, 60% mujeres y 40% hombres y en los equipos científicos la misma proporción. En cambio, como líderes de los grupos de investigación, sólo tenemos hombres y en el Patronato, sólo el 35% son mujeres. Así pues, los puestos de mayor poder e influencia están copados por hombres, tenemos un reto por delante del que somos conscientes y en el que estamos trabajando.
Urge cambiar culturas y mentalidades
La igualdad nace de la cultura. Si una sociedad tiene unos fundamentos culturales basados en las diferencias, no desde el punto de vista de la riqueza de la diversidad, sino de las que nos separan y nos clasifican, sin duda será espejo de desigualdades subyacentes en todos los ámbitos: públicos y privados, personales y profesionales. La cultura se transmite a través de los medios de comunicación, del discurso político y el social, pero también, y, por encima de todo, de la educación y de las propias familias.
Las mujeres y las niñas constituyen la mitad de la población mundial y por consiguiente la mitad de su potencial. La igualdad de género, además de ser un derecho humano fundamental, es imprescindible para lograr sociedades pacíficas, con pleno potencial humano y capaces de desarrollarse de forma sostenible. Además, está demostrado que el empoderamiento de las mujeres estimula la productividad y el crecimiento económico.
La promoción explícita y pública de las mujeres es imprescindible para favorecer su inclusión en los medios profesionales y en todos los niveles de toma de decisiones. Se trata de hacer posible la corresponsabilidad familiar de hombres y mujeres mientras los dos sexos optan a su desarrollo profesional.
Renunciar a promover la presencia en igualdad de condiciones de las mujeres en todos los ámbitos y niveles profesionales, sería un derroche de recursos humanos, pues significaría renunciar a incluir en el mundo productivo a un grupo numeroso de personal cualificado que podría estar contribuyendo a mejorar la eficacia y la productividad del mundo. En este sentido, el papel de los medios de comunicación y la educación en igualdad son determinantes para articular una estrategia integral de comunicación para la igualdad que fomente la imagen de las mujeres en positivo y extienda el rechazo social de la desigualdad.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Mujer y Liderazgo, elaborado en colaboración con IESE Business School.