Corresponsables ha entrevistado a Thais Valero, Gerente de Soluciones Verdes de FUNDACIÓN JUAN XXIII, con motivo del fin de la cuarta edición de “The Inclusive Circular Lab”, un innovador programa educativo de economía circular y ciencia ciudadana.
¿En qué consiste el proyecto?
¿Cuál o cuáles son sus objetivos?
El objetivo principal de esta iniciativa es involucrar a centros escolares en un programa de economía circular y ciencia ciudadana, a través de proyectos de investigación y compostaje de residuos orgánicos en escuelas. A su vez, a través del programa también generamos empleo para profesionales con discapacidad intelectual que lideran las acciones de formación y sensibilización realizadas en las escuelas con el apoyo del equipo de educación ambiental de la Fundación.
Concretamente, han sido siete los centros educativos participantes. Con ello, han participado más de 4.300 alumnos y 340 docentes, lo que supone en total, que esta edición del proyecto haya tenido más de 4.640 beneficiarios directos y 8.590 indirectos (familias).
Los centros educativos que participan en el programa reciben un kit de compostaje con todas las herramientas y materiales necesarios para montar un espacio de compostaje en la escuela (compostera, termómetro, Phmetro, Humidímetro, criba y otras herramientas de jardinería). Además, también reciben el apoyo técnico del equipo de la Fundación: el equipo docente recibe talleres de formación, video y guías didácticas con actividades para trabajar en clase, se realizan acciones de sensibilización en las escuelas dirigidas al alumnado, y, mensualmente, este Red de escuelas participan en laboratorios online de dudas con personas expertas en compostaje.
El programa cuenta también con el apoyo financiero de Lipoid, el Instituto de Ciencias Agrarias (ICA-CSIC) del CSIC y la entidad Composta en Red.
¿Cuándo se puso en marcha y cuantas ediciones lleva?
El programa arrancó en 2021 y actualmente estamos en su cuarta edición, que iniciamos en enero de 2023 y finaliza este mes de julio. No obstante, la totalidad del proyecto, en todas sus ediciones, continúa ampliándose y extendiéndose en nuevas ediciones a diferentes centros educativos de toda la comunidad.
¿Quiénes han participado en esta edición?
En esta edición, participan 7 centros educativos (públicos, privados y concertados) de tres municipios de Madrid y de diversas etapas educativas que van desde infantil hasta secundaria:
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Colegio Montserrat – FUHEM (Madrid – Retiro)
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CEIP Pinar de San José (Madrid – Carabanchel)
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CEIP Maestro Padilla (Madrid – Carabanchel)
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IES La Senda (Getafe)
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Colegio El Cid (Madrid – Vicalvaro)
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El Ardal (San Sebastián de los Reyes)
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CEIP Los Almendros (Madrid -Vicalvaro)
¿Qué se consigue con este proyecto?
Este proyecto aúna sostenibilidad, educación e inclusión de personas con discapacidad en la sociedad y en el mercado laboral, ya que promueve su participación en la ejecución directa de talleres y otras labores. De este modo, se contribuye al desarrollo de sus habilidades (soft skills), su empoderamiento en la sociedad, mejorando a la vez su calidad de vida. A través de las evaluaciones realizadas por docentes y alumnos hemos podido identificar como este programa es importante para cambiar la mirada hacia las personas con discapacidad, más empoderada y participativa.
¿Qué supone a nivel social que se ejecuten este tipo de proyectos en colegios?
En lo que al ámbito educativo respecta, además del valor social a nivel sensibilización que aporta la cercanía con trabajadores con discapacidad intelectual, lo cual rompe barreras y derriba múltiples prejuicios desde edades tempranas (ODS 8 y ODS 10), se consigue inculcar valores de sostenibilidad y cuidado del medioambiente, promocionando la Agenda 2030 Escolar.
Los residuos orgánicos son el tipo de basura que más generamos (un 37%), pero no la que más reciclamos. En España sólo el 17% de los residuos orgánicos se composta, todo lo demás va a parar en los vertederos, generando un grave problema medioambiental. Con este programa, la comunidad educativa se involucra en un proyecto real de circularidad de residuos orgánicos, que tiene como resultado un valioso recurso para el cuidado de los huertos y zonas ajardinadas del propio centro, colaborando directamente en la lucha contra el cambio climático al evitar las emisiones y los impactos derivados de su gestión en los vertederos.
Por otro lado, el proceso de compostaje facilita un aprendizaje vivo donde los contenidos teóricos del curriculum educativo pueden ser aprendidos de manera empírica a través de la vivencia directa, tales como ciencias biológicas, matemáticas o herramientas digitales, entre otras.
Y el programa de compostaje también resultó ser una herramienta para reforzar otras competencias y valores tales como el trabajo en equipo, la participación ciudadana, los hábitos alimentares saludables y la visibilidad de las necesidades y capacidades de las personas en situación de vulnerabilidad psicosocial.
En definitiva, este tipo de iniciativas tienen un papel fundamental para que podamos avanzar hacia una sociedad más sostenible e inclusiva con todas las personas. En este caso, a través de una alianza estratégica que engloba: inclusión ambiental, social y económica, transición ecológica justa, alfabetización ambiental, accesibilidad de la innovación y desarrollo y soluciones locales.
¿Qué se espera conseguir el próximo año?
Como objetivo para el siguiente curso escolar, queremos llevar a cabo la quinta edición del programa, con el fin de sumar a más centros educativos y alcanzar que por lo menos 50 centros participen en esta Red de Escuelas Compostadoras.