En estas circunstancias, trabajar por cuenta propia es la única opción para ser más independientes y reducir su vulnerabilidad. Cuando lo consiguen reinvierten lo que ganan en la educación, salud y bienestar de los suyos, mejorando el futuro de las siguientes generaciones. Por lo que apostar por ellas es apostar por el desarrollo.
Desde la Fundación Microfinanzas BBVA atendemos a más de un millón de mujeres vulnerables. El objetivo es que sus negocios crezcan y puedan generar los ingresos necesarios para mantener a sus familias. La financiación, el ahorro y los seguros, acompañados de asesoramiento y educación financiera les permite crecer: comprar más maquinaria, invertir en stock, mejorar sus negocios, sus casas… Para ellas, recibir este apoyo y esta confianza es un impulso necesario.
Estas mujeres han demostrado que con menos consiguen más que los hombres. Los préstamos que solicitan son en promedio un 34% inferior a los de ellos, son más prudentes y se endeudan menos. Y, aunque es cierto que muchas emprenden en sectores poco productivos (como artesanía y comercio al por menor), cuando se trata de una misma actividad, son más eficientes.
La educación, motor de desarrollo
La educación es un factor clave para que tanto hombres como mujeres generen más ingresos; sin embargo, al igual que ocurre en los países desarrollados, la brecha de género crece cuanto mayor es la formación. Pero el acceso de las mujeres al sistema financiero para emprender o mejorar sus negocios disminuye a medio plazo diferencias.
Utilizar indicadores de género para evaluar la situación de la mujer aporta visibilidad y puede usarse como una herramienta de gestión estratégica. Por ejemplo, nos permite afirmar que, en América Latina, la decisión de la mujer de formar una familia suele repercutir en su educación. Así lo hemos podido observar en nuestras clientas: existe una diferencia sustancial en el nivel educativo de las mujeres menores de 30 años, dependiendo de su estado civil. El porcentaje de mujeres sin estudios secundarios o superiores está en torno al 30% en el caso de las que están casadas o tienen personas a su cargo, frente al 13% de las mujeres solteras, separadas o viudas sin dependientes. Es decir, por el hecho de estar casadas, con los roles que eso puede conllevar, aumenta el número de mujeres que abandonan los estudios.
El sistema de medición de la FMBBVA nos permite comprobar cómo las mujeres incrementan las rentas per cápita (relativas a las línea de pobreza) con cada crédito que reciben, sea cual sea su situación inicial. Ellas consiguen, con tiempo y esfuerzo, generar los ingresos suficientes para que todos los miembros del hogar puedan acceder a una cesta de alimentos básicos y a un conjunto de bienes y servicios también básicos.
Impulsar el emprendimiento de las mujeres es una condición necesaria pero no suficiente para alcanzar la igualdad. Es importante avanzar en aspectos claves como la educación, la salud o el reparto igualitario del trabajo doméstico para cerrar las brechas de género. Son muchos los retos pero entender su realidad -sus necesidades y aspiraciones- contribuirá al fin de la desigualdad y a la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5, imprescindible para el cumplimiento de los demás ODS de Naciones Unidas contemplados en su Agenda 2030.