El envejecimiento de la población está a punto de convertirse en una de las transformaciones sociales más significativas del siglo XXI, con consecuencias para casi todos los sectores de la sociedad, entre ellos, el mercado laboral y financiero y la demanda de bienes y servicios (viviendas, transportes, protección social…), así como para la estructura familiar y los lazos intergeneracionales.
Es una realidad que cada día está teniendo más peso en la vida social y económica. Según las previsiones del INE, dentro de un par de años, el 20% de los españoles tendrá más de 65 años. En 2030, el porcentaje aumentará al 25% y en 2050 llegará al 35%. España será entonces el segundo país más envejecido del mundo, por detrás de Japón.
Pero no solo este hecho ha dejado patente que todos podemos ser cuidados y cuidadores, sino que la COVID-19 ha puesto sobre la mesa nuevos desafíos en este sentido. En situaciones de enfermedad, discapacidad y/o dependencia es cuando solemos necesitar la ayuda de otros para realizar nuestras actividades de la vida diaria.
Si bien existen diferentes informes que aluden a esta realidad, son aún pocas las empresas que se han detenido a analizar este reto demográfico y su impacto social. Desde SERES hemos profundizado y lo hemos recogido en un documento (Envejecimiento de la población, un reto social y empresarial) que no solo analiza el impacto de una realidad imparable como el envejecimiento de la población, sino las oportunidades para las empresas que ofrece su gestión, así como las líneas de trabajo que se podrían abordar desde el compromiso social de las compañías. Este análisis lo hacemos desde tres ejes:
Salud:
- como elemento determinante del modo de vida de las personas mayores. Esto se debe a la estrecha relación entre envejecimiento y discapacidad. El deterioro de la salud es una consecuencia que tarde o temprano llega con el envejecimiento y se convierte en un elemento de vulnerabilidad. Este deterioro de la salud puede provocar situaciones de dependencia en las personas mayores.
- Problemas de financiación de los servicios públicos, pensiones y vivienda social.
- Presión en los servicios sanitarios y sociales.
Sociales:
- el cambio de hábitos que genera el envejecimiento, que puede venir generado por la jubilación o la dependencia, tiene impacto en las relaciones sociales de las personas mayores, las cuales poco a poco pueden ir disminuyendo. Este reto es un elemento clave para garantizar el bienestar personal, está estrechamente relacionado con otros desafíos en los que las relaciones sociales pueden ser una aportación de valor para superarlos. Hasta ahora se han planteado y diseñado los temas sociales pensando en una población activa menor de 65 años.
- Jubilación voluntaria, como opción personal.
- Aprovechamiento de la experiencia y la creatividad de las personas mayores.
Conocimiento:
- Las competencias digitales de las personas mayores son claramente insuficientes para hacer frente a los requerimientos del mundo actual. El avance de la tecnología y su interacción con todas las actividades está provocando que la brecha digital sea cada vez más acusada.
- Corresponsabilidad de los mayores ante los nuevos retos: tecnológicos y laborales.
- Pérdida de conocimiento senior.
La experiencia nos dice que las empresas se están esforzando por ser parte activa de la solución. Desde Fundación SERES nos gusta poner el acento en esa especie de conexión entre el progreso social y el económico: una suerte de suma de valor social y valor empresarial. Es un concepto imparable al que nadie da la espalda y la pandemia ha puesto de relevancia, más si cabe, que es importante resolver un problema social pensando en los colectivos más vulnerables y que además tenga un impacto positivo en la cuenta de resultados.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de las Personas Cuidadoras