Más productos frescos, más hombres y mujeres que cocinan y más tiempo dedicado a las tres comidas principales, sobre todo, durante el fin de semana. Los comportamientos dietéticos son por lo general más saludables que en los últimos años, pero contrastan con nuevos hábitos, como el de la ‘alimentación silenciosa’, más frecuente entre los jóvenes, y que consiste en sentarse con la única compañía de una bandeja y con la vista fija en una pantalla, un hábito perjudicial, ya que, según los expertos, compartir la comida está relacionado con una dieta más saludable y hace que las personas sean más felices.
Son algunas de las conclusiones del informe ‘Sociedad y decisión alimentaria en España’, que han presentado hoy el Instituto Universitario CEU Alimentación y Sociedad y Fundación MAPFRE y que pone de manifiesto que la pandemia, el teletrabajo y la crisis económica han influido a los españoles en varios aspectos que tienen que ver con lo que comen, cómo lo hacen y con quién, y que actualmente, la peor situación la sufren los hogares con mayor número de miembros y los que tienen menores ingresos.
El estudio, resultado de una encuesta representativa realizada a cerca de 2.000 personas mayores de edad, tiene como objetivo dar a conocer los factores que más impactan en los hábitos de compra y consumo de alimentos y bebidas, así como analizar el conocimiento y la percepción en sostenibilidad alimentaria.
En el encuentro ha participado Antonio Guzmán, Director de Promoción de la Salud de Fundación MAPFRE, y Gregorio Varela Moreiras, Catedrático de Nutrición y Bromatología, ha subrayado que “no estamos en el mejor momento de la alimentación”, ya que “aún no hemos sido capaces de vencer el problema del hambre, que lamentablemente ha crecido en 2022 debido a la pandemia y a la crisis económica, lo que nos aleja del cumplimiento de la Agenda 2030”. Han indicado, además, que “seguimos enfrentándonos a la obesidad, más frecuente entre las clases más desfavorecidas”, y con respecto a España, han indicado que en los últimos años se ha producido una “cierta ruptura de nuestro legado mediterráneo”, basado en pautas y hábitos heredados que promovían un consumo variado de productos, de proximidad y temporada”.
Menos ingresos, peor alimentación
La pandemia no ha afectado económicamente de la misma forma a los españoles. Según la encuesta, la mitad (51,7%) reconoce que “no ha variado” su situación económica tras la pandemia, un dato que contrasta con el 35,5%, que asegura que “sí ha empeorado”, y con el 12,9% que afirma que “ha mejorado”. La investigación destaca, además, que cuanto menor es el nivel de ingresos, la dieta es de peor calidad, la frecuencia con la que se adquieren productos de menor precio es mayor y disminuye el consumo de alimentos frescos (frutas, verduras y hortalizas), así como carne y pescado. También llama la atención el hecho de que el porcentaje de personas que han disminuido el consumo de alimentos frescos (53.9%) es notablemente mayor en los hogares con mayor número de miembros, que son en los que por lo general conviven menores y ancianos, los grupos más vulnerables desde el punto de vista nutricional.
En compañía del teléfono móvil o la televisión
Los españoles realizan las tres comidas principales (9 de cada 10) y con respecto a hace cinco años dedican más tiempo a todas ellas: una media de 17 minutos a desayunar (el 26% de pie), 37 minutos al almuerzo, y 30 a la cena. A pesar de la alta proporción de españoles que declara comer y cenar en compañía de familiares o amigos (entre el 64% y el 86%, dependiendo de si es de lunes a viernes o en fin de semana o festivo), destaca la alta proporción de personas que comen (39,7%) y cenan (38,4%) en el hogar, viendo la televisión u otro tipo de pantallas, un porcentaje que supera al número de personas que comen sentados, conversando y los que prestan atención a la comida.
Destaca el hecho de que los mayores de 65 años son los que con mayor frecuencia comen sentados y prestan atención a la comida; los jóvenes de 18 a 30 años, los que habitualmente comen de pie; y los que tienen entre 31 y 64 años, que son los que con mayor regularidad se sientan a la mesa y aprovechan para conversar, una tendencia que ha descendido notablemente en los últimos años.
Con mejor precio y saludable
En el momento de hacer la compra, la mayoría de los encuestados se fija principalmente en la fecha de caducidad del producto, seguido del precio y de si es saludable, es decir, sin elevado contenido en azúcares, grasas saturadas y ultraprocesados, entre otros factores. También llama la atención determinados factores que, aun sin ser los prioritarios, sí se tienen en cuenta cada vez más por parte de los consumidores: marca comercial, que el producto tenga “valor añadido”, es decir, con vitaminas y calcio, entre otros, y que no tenga alérgenos.
El informe destaca que ha disminuido la compra en el mercado tradicional y las tiendas de barrio y que se ha incrementado en los hipermercados (para productos no perecederos) y supermercados (para productos frescos). En comparación con años anteriores, han aumentado de forma significativa las personas que compran distintos alimentos (13% en 2015 y 28,4% en 2022) y en distintos lugares (15,4% en 2015 y 26,2% en 2022) en función de si es a principio o final del mes.
Comer fuera de casa
La mayoría de la población adulta come “alguna vez” fuera de casa, ya sea los días de diario o los fines de semana: tres de cada cuatro lo hace “alguna vez” fuera de casa los días de diario y cerca de nueve de cada diez, los fines de semana. Entre las razones para salir a comer a diario destaca la falta de tiempo para hacerlo en casa, y en el que caso de salir a comer o cenar los fines de semana, los motivos principales son: ocio (60%), relaciones sociales (41%) y comodidad (38%).
Con buena nota en la cocina
La mayoría de la población cocina y el 90% tienen ahora esta responsabilidad, ya sea de forma exclusiva o compartida. Ellas se encargan por completo de la elaboración de la comida en el hogar (73%) en mucha mayor medida que ellos (36%); la media de tiempo dedicada a cocinar es de 7,22 horas semanales; y los métodos empleados más comunes son la plancha, la cocción y el horno. Los españoles se puntúan con una nota media cercana al notable (6,91) en cuanto a su capacidad para cocinar y ellas creen tener mayor capacidad. Destaca, además, que ha disminuido el gusto por cocinar, excepto entre la población masculina y en el grupo entre 18 y 30 años. Con relación a los criterios que se tienen en cuenta a la hora de cocinar, se priorizan los gustos de las personas con las que se convive y la salud (cada vez más).
Teletrabajo: menos precocinados y alcohol
El teletrabajo representa una parte importante de la jornada y no ha modificado sustancialmente los ritmos alimentarios de la población española. Lo realiza de forma regular el 45,6% de los encuestados (el 27,8% a partir de pandemia), principalmente los jóvenes entre 18 y 30 años (54,8%), con mayores niveles de renta y residentes en municipios grandes. Aquellos que trabajan en remoto cocinan más; consumen más frutas, verduras y legumbres, y menos fritos, precocinados y bebidas alcohólicas; dedican un cuarto de hora más de tiempo a comer; y lo hacen en mayor medida frente a la televisión u otro tipo de pantalla (un 40% más que antes), así como en compañía de la familia (un 49% más que antes).
Sostenibilidad: evitar tirar comida
La sostenibilidad vinculada a la alimentación tiene una importancia media entre los españoles (6,2 sobre 10). Sólo cuatro de cada diez encuestados (44,7%) considera que su dieta es sostenible y su disposición a pagar más por alimentos de este tipo es baja (4,7 sobre 10). Para la mayoría, este concepto se asocia con respeto a la biodiversidad y a los ecosistemas, generación de pocos residuos y alimentos ecológicos, poco procesados y de origen local.
Los alimentos que más se vinculan con una dieta sostenible son las frutas, verduras y frutos secos. Para que la dieta sea más sostenible, los españoles optan por reciclar envases y evitar el desperdicio alimentario (tres de cada diez afirman que nunca tira alimentos a la basura), para lo cual reaprovechan las sobras (refrigerar y/o congelar para más tarde), preparan recetas con los restos y planifican la compra y las comidas.
Más frutas y hortalizas de temporada
Hacer una compra saludable que cubra las necesidades nutricionales, planificar la compra semanal y elaborar un menú semanal variado. Son algunas de las recomendaciones que Gregorio Varela Moreiras y Antonio Guzmán han apuntado durante la presentación con el objetivo de ajustar el gasto de la compra y lograr una alimentación más equilibrada y completa, clave en la prevención de ciertas enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes y enfermedades cardiovasculares, entre otras.
En esta línea, ambos expertos han hecho referencia a la importancia del consumo de fruta fresca, local y de temporada, y por lo tanto más sostenible, económica y sabrosa; verduras y hortalizas, que deben estar presentes tanto como plato principal y como acompañamiento; legumbres, uno de los alimentos más completos y baratos que existen; pescados y, en especial, los azules, como la sardina; frutos secos y aceite de oliva, fundamentales para disminuir el riesgo cardiovascular y el colesterol; e hidratos de carbono integrales, como el pan, arroz y la pasta, más ricos en fibra. También han hecho hincapié en reducir el consumo de carne roja y carnes procesadas, presentes en salchichas, hamburguesas y embutidos, con más sal, azúcar y grasas; así como la bollería industrial, las bebidas azucaradas y los productos precocinados.
Consulta más información responsable en las publicaciones Corresponsables.