La inteligencia artificial (IA) supone un cambio de paradigma en la educación, y la universidad tiene ante sí el reto de adaptarse a una nueva tecnología que puede ayudar a personalizar los itinerarios formativos, ampliar el acceso a más estudiantes, automatizar tareas administrativas y avanzar en el conocimiento y en la investigación. Pero la institución afronta también el reto de adaptar sus sistemas de enseñanza y evaluación, reducir la brecha digital, ampliar su formación en ciberseguridad e IA y combatir riesgos como la desinformación y manipulación.
Esas son algunas de las conclusiones del debate organizado por la Fundación CYD, “Inteligencia artificial en la universidad: retos y oportunidades” celebrado en la sede de Cuatrecasas en Madrid y en la que participaron Ángels Fitó, rectora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Francisco J. García Calvo, director de Educación de Microsoft España, Alejandro Romero, cofundador y director de Operaciones de Constella Inteligence, Juan Romo, expresidente de Crue Universidades y exrector de la Universidad Carlos III de Madrid e Idioia Salazar, presidenta de Observatorio del Impacto Social y Ético de la Inteligencia Artificial (OdiseIA). Javier Monzón, presidente del Comité Ejecutivo de la Fundación CYD, moderó el debate, y Soraya Sáenz de Santamaría, socia de Cuatrecasas, ofreció las palabras de bienvenida.
Soraya Sáenz de Santamaría considera que la IA supone una nueva era, con cambios que se suceden a una velocidad de vértigo: “Lo más fascinante de la IA es cómo nos puede ayudar a conocer el mundo y a nosotros mismos. Pone al servicio de la inteligencia humana una inteligencia mucho más rápida, con más capacidad, que nos puede ayudar a conocernos en términos que no hemos conseguido en estos últimos siglos”.
Javier Monzón ha remarcado que la IA ya está aquí y el objetivo de la Fundación CYD con este debate es conocer su impacto en la educación universitaria. En este ámbito, Idoia Salazar cree que es esencial introducir la formación en todos los niveles de la institución y ver qué tareas de la universidad pueden beneficiarse de su uso: “Todos los oficios dentro de la universidad podrían verse afectados por la IA. Es importante empezar a formar sobre el impacto de estas tecnologías y valorar qué herramientas pueden automatizar procesos en la universidad”.
Para la rectora de la Universitat Oberta de Catalunya, la IA supone un momento de disrupción, comparable con la aparición de Internet y con el desarrollo de los teléfonos inteligentes, y pone en cuestión el modelo educativo. Àngels Fitó cree que la IA es un reto enorme para las universidades, ya que es una inteligencia capaz de generar discurso, algo hasta ahora reservado para los humanos, pero también supone una oportunidad para responder a una cada vez mayor diversidad de estudiantes, con expectativas y objetivos diferentes: “La IA nos tiene que permitir dar acceso a la universidad a un número cada vez mayor de personas, y pensar cómo las acompañamos en el proceso de aprendizaje. Es una oportunidad de crear recursos a un coste más bajo, y nos obliga a desarrollar competencias que tienen que ser complementarias con la tecnología”.
Para Francisco J. García Calvo, director de Educación de Microsoft España: “La ola de la IA ya está aquí y hay que aprender a surfearla” y destaca la importancia de la alfabetización digital para resolver los retos que supone: “Para los docentes puede generar miedo la parte de la evaluación, cuando hay un sistema inteligente que puede buscar caminos cortos. Desde el punto de vista de las universidades el reto es reducir la brecha digital: las oportunidades vienen de la digitalización”. Francisco J. García Calvo cree además que la IA puede ayudar a los profesores a automatizar tareas administrativas ya que, según apunta, el 50% de su tiempo se dedica a ese tipo de labores.
Alejandro Romero, experto en ciberseguridad, cree que la irrupción de la IA no es algo nuevo y forma parte de un proceso en el que la sociedad lleva inmersa más de 20 años. El cofundador de Constella Inteligence advierte de los riesgos de la IA, “lo malo también se transforma digitalmente” y se pregunta: “¿Qué queda del hombre cuando cede la memoria o la capacidad de razonar?”, e invita a analizar este fenómeno de forma global, no solo en la universidad, en el que la IA puede aportar claros y oscuros: “Veo grandes oportunidades en modelos de aprendizajes, desde el punto de vista de la investigación, pero también retos: va a reducir las labores administrativas, porque van a ser remplazadas por máquinas. ¿Estamos preparados para una transición suave? Alejandro Romero cree que es importante hacerse preguntas, como el impacto que va a tener en alumnos y profesores, y los retos en la gestión del conocimiento de las universidades españolas.
Para Juan Romo quien, además de sus cargos anteriores en Crue Universidades y en la Universidad Carlos III de Madrid, es doctor en Matemáticas, la IA es la “tecnología definitiva”, una inteligencia que puede ser superior a la humana, según apuntan algunos expertos, pero que no puede sustituir a la emoción humana. Juan Romo cree que es importante poder regular (y estar a tiempo de hacerlo). En la universidad, su uso supone un gran avance en la educación personalizada: “Aprender en grupo a la misma velocidad no tiene mucho sentido; cada uno ha de aprender a la velocidad que puede y a la que le interesa. La IA nos va a ayudar a personalizar la educación”.
La rectora de la UOC cree que, en general, el profesorado universitario, igual que la mayor parte de la población, no está preparado para hacer frente a la irrupción de la IA. El avance que supone la IA requiere capacitar a profesores, alumnado y a la población en general, y advierte de los riesgos de quedarse atrás en el uso de la nueva tecnología: “Un desigual acceso a la tecnología y a la capacitación digital puede generar una brecha ante el crecimiento exponencial de la IA. La capacitación digital se ha mejorado en los últimos años, pero con la IA el reto es superior. El riesgo que acarrea no capacitar es enorme: desinformación o problemas de manipulación.”
Los sesgos en los algoritmos de la IA son otros de los riesgos de esta nueva tecnología. Combatirlos forma parte del debate social, algo positivo según apunta Francisco J, García Calvo, que destaca el compromiso de compañías como Microsoft con la transparencia, la supervisión y la privacidad de datos. En el contexto universitario, el responsable de Educación de Microsoft en España apunta a un nuevo modelo de intercambio de conocimiento: “Los docentes dejarán de ser meros transmisores de información y los alumnos meros receptores que memorizan la información. Esto supone cambiar y desarrollar nuevas habilidades que permitan utilizar mejor la IA”.
Idoia Salazar insiste en que la IA es una herramienta de apoyo al ser humano: “un software, algo inmaterial, sin deberes ni responsabilidad” y destaca la importancia de formar en el criterio para su uso: “Somos nosotros los que decidimos si cedemos terreno a la IA y para ello hay que amplificar el criterio de estudiantes y profesores. Se necesitan cambios estructurales en la universidad, en modelos que promuevan el criterio para utilizar sus herramientas”.
La universidad, además de capacitar sobre el uso de la IA, ha de ser un foro de conocimiento y enseñanza sobre la tecnología que la hace posible. En la actualidad, en el mundo de la ciberseguridad y la inteligencia hay una gran actividad fuera de la universidad: “La universidad tiene dificultades, por la rigidez de la institución, para adaptarse de forma rápida a estos cambios. El conocimiento en IA y ciberseguridad se adquiere fuera del entorno académico: en compañías especializadas, foros y otras alternativas. Ahí hay una oportunidad para que la universidad se adapte de forma más rápida a esta realidad tecnológica”.
Faltan tres millones de especialistas en ciberseguridad en el mundo, apunta Alejandro Romero, y existe el riesgo de que empresas con fines deshonestos capten, a través de sueldos mucho más elevados, a los profesionales expertos. Por ello la universidad no ha de formar solo en conocimientos, sino también en valores humanos que garanticen que las tecnologías que se introducen no sean meros reemplazos de las capacidades humanas, sino que nos dirijan a un mundo mejor, ha destacado Alejandro Romero. El debate “IA en la universidad: retos y oportunidades” forma parte de una serie de acciones de divulgación de la Fundación CYD para promover el intercambio de conocimiento sobre el impacto que la IA genera en la educación superior.
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