“Las nuevas tecnologías son una herramienta muy potente de intimidación y para cometer conductas delictivas contra las mujeres. Sin embargo, el problema no son las nuevas tecnologías, sino los agresores” es la conclusión principal que se escuchó ayer en la II edición de LIDEResA, una iniciativa puesta en marcha en 2022 desde la agencia iMades Communication con el objetivo de valorar el talento de las mujeres y su liderazgo en todas sus vertientes, así como visibilizar aquellas situaciones que dificultan la consecución de una igualdad de género real y efectiva en la sociedad, y que se celebró en el espacio Talent Garden de Madrid.
Representantes de organismos oficiales que trabajan en la prevención y atención de la Violencia de Género Digital, sociólogas y comunicadoras expertas en género y creadoras de contenido digital que han sufrido en primera persona esta situación se reunieron para hablar de un fenómeno creciente y tremendamente preocupante en nuestro país como es la Violencia de Género Digital. Esta consiste en daños o sufrimiento de índole física, mental o sexual, ciberamenazas, coacciones y otras formas de privación de libertad digital contra las mujeres a través de la tecnología con la finalidad de dominación e intromisión sin consentimiento a su privacidad como forma de control. No en vano, el 87% de los agresores tienen el control de la vida digital de sus víctimas, accediendo o administrando sus cuentas.
El problema al respecto son las elevadas tasas de impunidad para los agresores a cuya situación contribuye las particularidades que tiene el medio digital, especialmente las redes sociales, donde existe ausencia de contacto directo con la víctima, se permite el anonimato y hay escasez de vigilancia. Así lo manifestaron Beatriz Bonete, socióloga e investigadora, experta en género y co-fundadora de NosotrAs Estudio; y María Garzón, Socia Fundadora de iMades Communication y Responsable de Marca Personal, Mujer y Liderazgo. Esta última comentó que “la tecnología avanza sin tener en cuenta las cuestiones éticas y las connotaciones machistas, y la gran mayoría de las veces, la tecnología avanza más rápidamente que la ley”.
Por su parte, Beatriz Bonete explicó cómo “la violencia digital es una extensión de la violencia machista, solo que el medio digital la amplifica, modifica y se vuelve más virulenta con los agravantes que ello causa en las víctimas”.
Un fenómeno invisible que crece imparable
De las dimensiones que adquiere la violencia de género digital en España se habló en una primera mesa de debate en la que intervinieron representantes de instituciones que trabajan en la prevención y persecución de este tipo de violencia. En ella participaron Teresa Peramato, Fiscal de Sala de Violencia sobre la Mujer; Carmen María García, Presidenta del Observatorio SOS en Red, y Daniel Moreno, Teniente de la Guardia Civil y jefe del EMUME Central (Equipo Mujer Menor). Esta mesa estuvo moderada por la periodista Magis Iglesias.
En ella se explicó que la violencia estructural que antes tenía lugar en el espacio físico se ha trasladado al entorno digital a una velocidad preocupante para las mujeres, quienes cada vez están más expuestas a sufrir esta situación. En palabras de Teresa Peramato: “Desde la Fiscalía observamos que los delitos relacionados con el acoso, con el derecho a la intimidad, a la integridad moral y a la libertad sexual son los que menos se denuncian”, un hecho que cree que puede achacarse a que las mujeres no son conscientes de la violencia que sufren o porque se encuentran en una situación de vulnerabilidad extrema y tienen miedo a hacerlo. El problema es que la denuncia es un paso necesario para poder actuar en contra del agresor.
Otra barrera que lastra el trabajo en la materia es, como reconocieron desde las propias instituciones, que la realidad de la violencia de género digital va a una velocidad mucho mayor que la legislación. Si bien se han producido avances legislativos importantes en los últimos años, tales como la Ley orgánica de garantía integral de libertad sexual, apuntaron que son necesarias normas penales que incluyan esas conductas como delito para proteger a las víctimas y evitar que haya espacios de impunidad para los agresores.
Para contribuir a lograr avances, reconocieron que la coordinación entre instituciones, así como la formación, la concienciación y sensibilización a la sociedad, especialmente hacia las niñas, es fundamental.
Al respecto, el teniente Daniel Moreno detalló que en 2022 se crearon los equipos de violencia de género, equipos VioGén, para ofrecer atención especializada a las mujeres. A día de hoy, hay 635 agentes que pertenecen a estos equipos y 235 equipos VioGén por todo el territorio nacional, un número que ha crecido en los últimos meses. Del mismo modo, los EMUMES (Equipo de Mujer-Menor) son punto de atención especializada y hay 730 especialistas que están repartidos en 270 equipos.
Consecuencias devastadoras para las víctimas
Sindy Takanashi, comunicadora contra las violencias machistas y presentadora del podcast Queridas Hermanas, centró su discurso en las devastadoras consecuencias que genera este tipo de violencia para las víctimas, pues muchas de ellas se ven obligadas a abandonar el entorno digital, a “morir digitalmente”, lo que genera graves secuelas psicológicas, sociales y económicas que impactan en todas las esferas de su vida. Para otras, en cambio, el riesgo al respecto tal y como reconoció es que “muchas creadoras de contenido digital se han acostumbrado a sufrir este tipo de comportamientos en contra por parte de los hombres, han normalizado esas conductas con el peligro que ello supone”.
En la misma línea se mostró María Sánchez, “Miare”, creadora de contenido digital y directora de producción, quien compartió su testimonio y denunció que, “en la actualidad, la ausencia de información sobre Violencia de Género Digital es en realidad falta de interés”. Ella ha sufrido violencia de género digital y comentó que “entre las creadoras de contenido está interiorizado el que utilizar los canales digitales de forma profesional conlleve un riesgo, cuando nunca esto debería justificar cometer este delito”.
Un trabajo necesario y con largo recorrido
Para clausurar la jornada, Salvador Samper, Presidente del Observatorio Español de Delitos Informáticos (OEDI) aportó cifras esclarecedoras para conocer la tipología de delitos más frecuente, siendo el software espía, las amenazas, las coacciones y el acoso algunos de ellos, mientras que WhatsApp es el canal más empleado por los agresores. En cuanto al perfil de las víctimas, las mujeres de entre 26 y 50 años son más vulnerables en el entorno digital, si bien afecta a todo rango de edad y se produce de forma continua.
También detalló la labor de prevención que realizan desde el organismo que preside, cuyo objetivo es atender a las víctimas de manera temprana, escucharlas y asesorarlas, por ejemplo, en las unidades de Atención Temprana a las Víctimas (ATV).
Para dar un paso más en el largo camino que queda por delante cree que: “hay que crear un comité ético por parte del tercer sector, de la sociedad, para poder sentarnos con las compañías tecnológicas y con los órganos decisores de las empresas para que conozcan la situación”. Así, considera imprescindible que la sociedad conozca lo que está ocurriendo y se eduque al personal técnico de las Administraciones y tejido social para detectar la violencia en Internet. Solo con este trabajo conjunto se podrá conseguir que el entorno digital sea un espacio seguro para las mujeres, pues es inadmisible que estas deban morir digitalmente como forma para evitar riesgos y sufrimiento.
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