Irene es la creadora y gerente de la heladería Mamá Heladera, comercio inolvidable de la Fundación Pasqual Maragall. Desde pequeña ha sido una apasionada de los momentos que el dulce aporta a nuestras vidas, de los recuerdos que deja en nuestra memoria.
Después de 10 años buscando la forma de emocionar desde un punto de vista diferente, nació Mamá Heladera, la primera heladería de los recuerdos. Hoy nos cuenta su historia y cómo logran revivir las sensaciones y momentos importantes que tenemos grabados en la memoria a través de los sabores de los helados.
¿Cómo lográis captar un recuerdo en el sabor de un helado?
El sabor no existe, esta es la base de nuestros helados. Lo creamos en la mente a partir de lo que conocemos, lo que esperamos y los estímulos inmediatos de los sentidos. Un 80% de estos estímulos es el aroma y es en lo que basamos el sabor del helado del recuerdo, junto con su historia para situar el pensamiento en ese punto. Se estima que recordamos un 35% de lo que olemos. Comparado con el 5% de las cosas que vemos, podemos comprobar el poder que tienen los aromas para despertar recuerdos.
¿Para vosotros qué papel tienen los recuerdos en la vida de las personas?
Los recuerdos son parte de lo que somos, de nuestra identidad. Nos conectan a nuestras raíces, a nuestra historia. Revivir estos momentos nos permite gozar de emociones genuinas de nuestro pasado.
¿Cuál es el helado que ha despertado más recuerdos?
Cuando abrimos recuperamos el helado de mantecado que hacía mi abuelo, de vainilla y yema de huevo. Hicimos una receta y la fuimos modificando según nos decían. Actualmente, muchas personas vienen por este helado dado que es el sabor más parecido a los helados que comían de pequeños. A muchas personas mayores se les despiertan historias y nos cuentan, pero nunca lo hemos hecho de una forma consciente.
¿Qué es lo que más te gusta de ser un comercio inolvidable?
Poder colaborar con las investigaciones de la Fundación y hacer frente poco a poco a la enfermedad para que en el futuro deje de existir o se encuentre un tratamiento. Es muy esperanzador.
¿Qué crees que hace falta para acabar con esta enfermedad?
La mente es complicada, cuando todo funciona es más fácil reforzar partes de la memoria que queremos que sean nuestros pilares. Pero una vez empezamos a olvidar y nos resulta difícil llegar a los recuerdos, a nuestra identidad, la cosa cambia. Yo creo que hace falta más investigación para su prevención. Aunque se avance mucho, todavía falta.
¿Qué les dirías a otros comercios que todavía no colaboran?
Todos nos hacemos mayores, todos tenemos personas alrededor que se hacen mayores y cuando te toca vivir la enfermedad o la vive alguien que quieres, allí sí que te gustaría que alguien te acompañara y ayudara a encontrar soluciones. Y si colaboramos entre todos, es más fácil.
Y ya para terminar, ¿algún recuerdo que nunca querrías olvidar?
Me encanta el ratito antes de ir a dormir con mi hija. Esa sensación de hacer balance del día y cerrarlo con una historia con la persona que más quiero me llena el corazón. El aroma de los libros, el aroma del suavizante que queda en el pelo después de la ducha, el calor de la cama, la luz de la piedra de sal, la tranquilidad… Un momentito muy bonito.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Alzheimer 2023, en colaboración con Fundación Pasqual Maragall.