La consultora PwC ha presentado recientemente un informe sobre la brecha de género en el empleo. Este tema todavía sigue siendo una asignatura pendiente en muchas empresas.
Para hablar más en profundidad y comentar los resultados del informe, entrevistamos a Manuel Primo Prieto, Director del Máster Universitario en Dirección y Gestión de Recursos Humanos de la Universidad Europea.
Entrevista a Manuel Primo Prieto, Director del Máster Universitario en Dirección y Gestión de Recursos Humanos de la Universidad Europea
Manuel, ¿Podría ampliarnos la información acerca de este estudio sobre brecha de género de PwC?
Hablar de una diferencia salarial por razón de género en nuestro país es una afirmación arriesgada si no consideramos algunos aspectos que la pueden condicionar. En este sentido PwC establece una diferencia muy importante al clasificar las muestras en dos colectivos, por un lado, los resultados obtenidos de un modo directo, basado en muestras simples, sin ajustar, en el que no se consideran factores sociodemográficos, culturales o económicos y, por otro lado, ajustando estas muestras considerando los factores comentado. En este sentido se puede observar que las muestras ajustadas desprenden valores diferenciales en menor cuantía, aunque seguimos observando que la brecha salarial se mantiene. En cualquier caso, y bajo mi punto de vista, habría que acudir a las bases de datos y aplicar estadísticos de contraste, por ejemplo, diferencia de medias, y comprobar en qué medida estas son o no significativas y no se deben a variables extrañas que no han sido controladas. Nuestro país se encuentra en un punto medio comparativamente con el resto de la Comunidad Europea, a pesar de observarse y mantenerse en la actualidad, sectores masculinizados o feminizados, excepto aquellos relacionados con administración, financieros o de la Administración Pública, que se reparten al 50%, y son lo que menos diferencias salariales demuestran.
Son muchos los factores que determinan esta diferencia: edad, antigüedad en el puesto, nivel de educación (superior en mujeres), sector de actividad, tipo de contrato, y sin duda, la maternidad, que suele suponer un parón en la carrera profesional de las mujeres jóvenes, toda vez de ser, tradicionalmente, más tardías en la incorporación al mundo del trabajo.
¿Podría hablarnos de algunos otros estudios y/o visiones, incluso críticos, destacados al respecto nos podría destacar?
En los últimos dos años se ha observado un gran incremento en el disfrute de la paternidad, incluso nuevos datos hablan de haber llegado a unas cifras muy similares entre hombres y mujeres, por ello estimo que esta diferencia va a ir desapareciendo a corto plazo. Esta tendencia ha tenido su proceso, largo y tendido, pues en los primeros tiempos de la regulación del permiso de paternidad muy pocos padres se atrevían a pedirlo. Afortunadamente los tiempos están cambiando.
¿Qué soluciones o ideas se están implementando al respecto, desde los diferentes actores sociales?
La igualdad de retribución para iguales trabajos no es un asunto nuevo, ya en la Constitución Española (año 1978), en su artículo 14, se proclama este derecho, otorgando, en su artículo 9.2, a los Poderes Públicos para promover las condiciones de igualdad y que estas sean efectivas. Posteriormente, en el año 1980, con la publicación del Estatuto de los Trabajadores, en su artículo 28, se reguló, y sigue vigente, la igualdad de remuneración por razón de sexo, obligando, por tanto, al empresario al abono de una misma retribución para un mismo trabajo, sin que pudiera producirse discriminación alguna. Regulación que volvió a revisarse en la publicación de la Ley de Igualdad (2007), Ley Orgánica al regular los derechos fundamentales ya recogidos en la C.E. Anteriormente a esta normativa, incluso en los convenios colectivos, en concreto en el Convenio Nacional de Banca (año 1975) se marcaban salarios distintos por razón de sexo, sensiblemente más bajos para el caso de las mujeres.
¿Cuál es su valoración al respecto de la brecha de género en el empleo?
Hemos avanzado mucho en este asunto, pero mantenemos algunas costumbres que siguen siendo propias de las mujeres: incorporación más tardía al empleo, por lo que le cuesta algo más acumular antigüedad; asumir mayor responsabilidad en asuntos domésticos y roles familiares (la mujer dedica 2 horas y 45 minutos de media más que los hombres), además de los factores puramente fisiológicos; maternidad y la lactancia, aunque ya está siendo un derecho compartido entre ambos cónyuges. Bajo mi punto de vista y viendo la situación actual, nos encontramos en un momento de gran concienciación sobre el reparto de roles y de búsqueda de igualdad, por lo que creo que las nuevas generaciones acabarán eliminando estas diferencias.