Valorar la diversidad y la inclusión, es decir, no dejar a nadie atrás, es una cuestión de derechos humanos y también es un imperativo de negocio. Vivimos en una sociedad diversa y eso hace que la diversidad deba estar en los valores de la compañía si quiere estar conectada con la sociedad.
La estrategia de diversidad de MAPFRE, que hemos denominado Inclusión para el crecimiento, parte de la idea de que la diversidad es una oportunidad para el crecimiento sostenible, más allá de un simple ámbito que la empresa deba gestionar.
Las empresas tienen una gran importancia por su capacidad de impacto y de transformación en el desarrollo sostenible.
Quizá estemos en un momento de la historia donde es más fácil para el sector empresarial adoptar un comportamiento socialmente responsable, y esto es así porque nuestros grupos de interés lo están exigiendo. Las personas quieren un mundo mejor y no dudarán en premiar con su fidelidad a quienes mejor cumplan con esta expectativa.
¿Qué ventajas aporta la diversidad? Creemos que contar con un equipo compuesto por personas diferentes estimula la divergencia de pensamiento y la toma de decisiones más creativas. También genera mayor eficiencia en las organizaciones, facilita el acceso a nuevos mercados y una mejor adaptación en entornos cambiantes, lo que redunda en un incremento de la competitividad. Las personas que piensan de la misma manera llegarán a las mismas conclusiones, tendremos consenso, pero no innovación, que es lo que ahora las empresas más demandamos.
En MAPFRE consideramos que la clave está en el manejo del talento de cada persona, sin criterios de género, discapacidad, orientación sexual, edad, raza o nacionalidad, para que puedan dar lo mejor de sí mismos.
Para que las estrategias de diversidad funcional en las empresas sean sostenibles deben estar orientadas hacia todos los grupos de interés, pero es imprescindible comenzar por el colectivo de los empleados, pues los clientes y la sociedad en general nos ven a través de su experiencia.
Consolidar entre los empleados una cultura de respeto a las personas y unos comportamientos favorables y abiertos a la discapacidad, consolidar un entorno de trabajo favorable a la integración laboral de personas con discapacidad, eliminar las barreras que se hayan identificado para la integración laboral y mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad, empleados y familiares, deben ser los principales focos. Una vez normalizada internamente la discapacidad, se proyectará hacia otros grupos de interés: accionistas, clientes y proveedores.
En MAPFRE sabemos desde hace muchos años que las empresas somos un agente de cambio muy importante en la sociedad y asumimos #LaParteQueNosToca para no dejar a nadie atrás.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables – Organizaciones inclusivas