Quizá muchos de nosotros nos estemos levantando un poco más tarde, sin preocuparnos por tener que llevar a los niños a la escuela para después llegar corriendo a la oficina. Por placentero que esto suene, millones de personas de todo el mundo se han tenido que quedar en sus hogares ya que la mayoría de las compañías están obligando a su fuerza laboral a trabajar desde casa, y con justa razón.
La gente es el activo más valioso de cualquier organización, por lo que su salud y seguridad son lo más importante. Sin embargo, como dicen por ahí, el show debe continuar y es necesario que las empresas sigan funcionando para asegurar la continuidad del negocio.
Preparándose para trabajar desde casa
La mayoría de las compañías aún no cuentan con la infraestructura correcta para habilitar un escenario laboral remoto. En un breve estudio de Gartner, más de la mitad de los líderes de recursos humanos indicaron que la tecnología y la infraestructura deficiente son la barrera más grande para poder trabajar efectivamente de forma remota. El escenario laboral tras el COVID-19 está poniendo a prueba la infraestructura de TI de los empleadores, así como sus políticas de protección. La necesidad del momento es proveer a la fuerza laboral de soluciones tecnológicas de productividad y colaboración para ejecutar sus tareas sin inconvenientes.
Además de dispositivos esenciales, las compañías deben pensar en formas de mejorar la productividad para diferentes estilos de trabajo flexibles y remotos. Sus empleados deben contar con herramientas colaborativas para interactuar y trabajar con diferentes grupos en la empresa. Además de brindar acceso a datos empresariales a través de sus celulares, los administradores de TI deben considerar un ecosistema más amplio de dispositivos, tales como notebooks, auriculares AR/VR, y otros aparatos inteligentes.
Protegiendo el lugar de trabajo remoto
El hecho de que gran parte de la fuerza laboral opere desde sus hogares presenta a las organizaciones una nueva serie de retos, el mayor de los cuales es la seguridad de la información. Sin importar su tamaño, las compañías gastan recursos significativos en proteger su infraestructura de TI y sus redes. El trabajo remoto representa la mayor amenaza para su protección, dejando una enorme cantidad de información delicada en manos de criminales cibernéticos haciendo que la seguridad sea una de las principales preocupaciones tanto para pequeñas como para grandes empresas.
Las PCs, impresoras, routers Wi-Fi y dispositivos IoT se encuentran al frente de la guerra contra la seguridad cibernética. Asimismo, invertir en dispositivos que cuentan con funciones de seguridad avanzadas como conectividad LTE integrada, interruptores para desactivar cámaras web, y protección BIOS debería ser la prioridad. Por si fuera poco, las compañías también deberían asesorar a sus empleados sobre las mejores prácticas de protección mientras trabajan de forma remota y hacer obligatoria la autentificación multifactorial y no solo usar contraseñas.
Más allá de las empresas privadas
A medida que aumenta la preocupación sobre la situación actual de salud, los gobiernos también se han visto obligados a que sus empleados trabajen desde casa. Aunque esto resulta esencial para asegurar la seguridad del personal, es posible que haya un impacto en la entrega de servicios gubernamentales, ya que gran parte de la infraestructura de TI del gobierno se ubica en dispositivos de escritorio. De esta forma, resulta crítico que los gobiernos cuenten con mezcla de dispositivos móviles y de escritorio. Esto también permitirá asegurar que los agentes de gobierno puedan seguir trabajando sin inconvenientes y que los servicios a ciudadanos se vean lo menos afectados posible.
Planeación a largo plazo
Las situaciones a las que nos enfrentamos hoy día han generado escenarios que posiblemente tengamos que enfrentar de nuevo en el futuro. Los planes de manejo de riesgo para empresas tanto públicas como privadas tendrán que volver a analizarse y la infraestructura tendrá que actualizarse para brindar movilidad y flexibilidad en las operaciones. Los protocolos de seguridad también tendrán que reajustarse para adaptarse a situaciones similares que pudieran surgir nuevamente.
Para este mundo abierto y sin barreras al que nos hemos acostumbrado, el COVID-19 ha representado un reto, pero las empresas y los gobiernos le han hecho frente. En el futuro, resultará crítico intercambiar aprendizajes entre empresas, comunidades, y gobiernos. Después de todo, las lecciones que aprendamos hoy resultarán en un ecosistema más ágil y con mayor capacidad de respuesta en el futuro.