Érase una vez, en un país acaso no tan lejano, dos entidades bancarias que operaban de manera cotidiana en igualdad de condiciones. Una de ellas, no sólo enarbolaba orgullosamente la bandera de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), sino que había sido capaz de comunicar a la ciudadanía sus valores y sus iniciativas en pro de la comunidad. ¿Cuál de las dos crees que incrementó su cuenta de resultados en menos tiempo? Moraleja: el retorno de inversión de la bondad está garantizado. O dicho de otro modo: la solidaridad genera prosperidad. Siempre, eso sí, que se ejerza con método.
En el siglo XXI parece impensable que una empresa, a sabiendas, no minimice su impacto medioambiental, que discrimine a su personal por razón de raza o sexo, o que no coopere de alguna manera en el desarrollo del entorno en el que lleva a cabo su actividad. Acaso por ello, el primer reto al que se enfrente la RSE sea la tensión entre que se ejerza voluntariamente o que se convierta en una condición sine qua non. Aún sigue vigente la cuestión de si la RSE ha de regularse por ley, y no importa qué fuente se consulte: se llega a la conclusión de que lo único que jurídicamente se le ha de exigir a la empresa es el cumplimiento de las normas vigentes, no un compromiso solidario que ha de surgir, como su nombre indica, de su “capacidad de responder” a unos desafíos sociales y medioambientales a los que la empresa no puede hacer oídos sordos.
La RSE no es una acción puntual, una tarea circunscrita a un solo departamento o una manera de purificar la imagen de la entidad de cara a una sociedad que, por fortuna, es cada vez más exigente con los compromisos éticos. Según Mike Clasper, de Procter & Gamble, “la gente querrá ser capaz de enterarse de las políticas de ciudadanía de una empresa para saber si está haciendo las cosas correctamente tanto en lo social, económico y ambiental”. Hablamos de que la obligación con los valores ha de formar parte del ADN de la organización. La RSE requiere autocrítica y ambición para que sirva como estímulo del progreso de la empresa, la saque de su “zona de confort” y la anime a alcanzar nuevas metas.
Para el coaching corporativo, toda organización es una gigantesca red de conversaciones: contrataciones y despidos, quejas y peticiones, pedidos y entregas… Visto así, lo único que se hace en una empresa es hablar consigo misma, con sus stakeholders y con su clientela. Pero, al no ser un monólogo, requiere también capacidad de escucha, privilegiada en nuestros días. ¿Cómo se puede entender que una entidad desee ejercer una RSE eficiente sin saber quién será el destinatario de la acción solidaria, qué necesita, qué pide y cómo se le puede servir cada vez mejor?
Acaso la solución provenga de las lúcidas palabras de Richard Branson, fundador de Grupo Virgin: “con la riqueza extrema viene una responsabilidad extrema. Y la responsabilidad para mí es invertir en crear nuevas empresas, crear trabajos, emplear a personas y separar dinero para afrontar problemas en los que podamos hacer la diferencia”. ¿Qué está haciendo tu empresa específicamente para participar en esta nueva manera de entender los negocios? ¿Qué no está haciendo todavía?
La Asociación Española Conectados Sin Barreras Social y Tecnológica (AECSBST), es una de las alternativas para ejercer la RSE, porque forma a personas mayores de sesenta años en el uso de nuevas tecnologías como el teléfono móvil, la Tablet o el ordenador sin coste alguno gracias a empresas comprometidas con cuotas solidarias. Los objetivos son mejorar la calidad de vida, romper la brecha digital y mitigar la soledad. Con Conectados Sin Barreras, autónomos, microempresas y pymes pueden conocer con cuáles de los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas están contribuyendo y comunicarlo a través de la web de la compañía, tal y como se indica la página del Instituto de Crédito Oficial https://icopymeods.ico.es/#/
Actúa ya, no te quedes atrás te lo dice el Ministerio de Economía y el Instituto de Crédito Oficial (https://icopymeods.ico.es/#/actua). Colaboran personalmente (Socio Protector), Autónomos (Socio Protector Autónomo) empresarialmente (Socio Activo Fundador) o implanta políticas de Voluntariado Intergeneracional (Socio Activo Fundador). Tú y tu empresa podéis marcar la diferencia.
ODS10.”Parece impensable que una empresa, a sabiendas, no minimice su impacto medioambiental, que discrimine a su personal por razón de raza o sexo en el siglo XXI”
Artículo de opinión de Andrés Brito , Subdelegado Tenerife y Óscar Bustos, Presidente de la Asociación Española Conectados Sin Barreras Social y Tecnológica (@CSinBarreras)
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