En solo unas semanas todo ha cambiado. Una gran pandemia mundial ha azotado a la humanidad, demostrando la fragilidad del mundo en el que vivimos, y poniendo en primer plano las necesidades que los profesionales sanitarios llevábamos tiempo diciendo que eran esenciales en nuestro sistema de salud. Necesidades como reforzar la salud pública y la atención primaria, aprovechar todos los recursos del sistema, impulsar una verdadera atención sociosanitaria, desarrollar las tics para mejorar la asistencia a los pacientes o promover la práctica colaborativa con la creación de equipos multidisciplinares.
En apenas unas semanas hemos visto todo lo que tenemos, un gran sistema sanitario que se ha desbordado pero que ha sido capaz de reaccionar gracias a la vocación y al esfuerzo brutal de los profesionales sanitarios, y dentro de él un gran sistema farmacéutico, con una red de farmacéuticos que han sido el primer nivel de atención llegando a donde nadie llega en los momentos más complicados.
Un Farmacia que ha sido un refugio de confianza para toda la población, en primera línea de asistencia, garantizando el acceso a los medicamentos en condiciones de equidad, calidad y seguridad, aliados principales de los pacientes más vulnerables. Una Farmacia que ha demostrado su gran capacidad sanitaria, prestando atención en el primer mes de confinamiento a más de 30 millones de personas. Otros 2,2 millones han recibido atención telefónica por parte de su farmacéutico y 850.000, especialmente mayores de 65 años, han sido atendidos en su propio domicilio para evitar desplazamientos y riesgo de contagios.
Esta crisis ha reforzado la percepción social sobre el modelo español de farmacia que en momentos de dificultad ha demostrado que es un pilar básico en nuestro Sistema Nacional de Salud y en también del Sistema de Protección Social. Porque a la gran capacidad sanitaria se ha sumado su integración en la comunidad, poniendo en marcha iniciativas tan importantes como Mascarilla 19 – detectando casos de violencia de género –; trabajando con la Guardia Civil, comunicando casos de personas que no retiran la medicación y que podrían estar en riesgo; o generando alianzas con Cruz Roja y Cáritas para llegar a dónde los farmacéuticos no pudiesen, a colectivos especialmente frágiles y vulnerables en esta crisis.
Un enorme trabajo que hemos medido en una encuesta realizada con GAD3, que ha reflejado el apoyo unánime de la población al trabajo de los farmacéuticos, su confianza y excelente valoración de la atención recibida. Una profunda vocación de servicio público demostrada en los tiempos más difíciles, con esa cruz verde que nunca se apaga, y que ha iluminado a todo el país, acercando la atención sanitaria a todos los ciudadanos. Una Farmacia que trabaja para, por y con los pacientes, y que en esta nueva normalidad va a seguir siendo un pilar esencial en la Sanidad de todos los españoles.