Como mujer y profesional que lucha por el fin de la violencia contra las mujeres, el 25N es un día muy triste. Nos hace salir a la calle para pedir algo tan básico como que dejemos de sufrir violencia por el hecho de ser mujeres; violencia de nuestras parejas, en la vía pública cuando tenemos miedo al ir solas por la calle, en nuestros trabajos en forma de acoso o falta de oportunidades, por la desigualdad económica y por la invisibilidad o infrarrepresentación de las mujeres en los órganos de poder.
Y en esta fecha que se acerca, quiero reivindicar una violencia muy presente, y sin embargo muy invisible: la que sufren y han sufrido las mujeres con trastorno mental grave -TMG-, que son aquellas que están o han estado en tratamiento psiquiátrico por esquizofrenia, trastorno bipolar y/o algunos trastornos de personalidad, trastornos que cursan con una discapacidad psicosocial de moderada a grave, ya que afecta al área laboral, social y relacional y de cuidados propios.
La primera y mayor violencia que sufren estas mujeres es la del estigma social. El estigma es el rechazo, el miedo y los prejuicios de peligrosidad o violencia que tiene la sociedad hacia las personas que tienen problemas de salud mental psiquiátricos… Ese estigma también lo sufren los hombres con trastorno mental grave, pero en el caso de las mujeres, ellas sufren un estigma específico: no ser creídas cuando hablan y denuncian haber sufrido violencia de género en algún momento de su vida porque están locas, o lo que es peor, porque son unas locas.
Sin embargo, la violencia de género que denuncian las mujeres con trastorno mental grave no está en absoluto alejada de la realidad, más bien todo lo contrario. En el caso de la violencia de género perpetrada por la pareja o expareja (la contemplada en la Ley Integral 01/2004) los estudios cuantitativos que se han realizado en el ámbito estatal arrojan cifras escalofriantes1:
- 3 de cada 4 mujeres con TMG han sufrido violencia en el ámbito familiar o/y en la pareja alguna vez en su vida.
- El riesgo que tiene una mujer con TMG de sufrir violencia en la pareja se multiplica entre 2 y 4 veces respecto a las mujeres en general.
- Según este estudio, el 42% de las mujeres con TMG que estaban sufriendo violencia no la identificaban como tal.
Pero la violencia que sufren no se ciñe únicamente a la pareja, sino a la presencia de una importante violencia institucional cuando son limitados o negados sus derechos. Esto sucede cuando las instituciones sociales (influenciadas por el estigma hacia la enfermedad mental) les han amenazado con quitarles la custodia de sus hijos e hijas por el hecho de ser pacientes psiquiátricas, o directamente les han instado a desistir de su deseo de ser madres. Cuando por la decisión de terceros se les han administrado métodos anticonceptivos sin consentimiento y cuando han sufrido abuso y violencia sexual por parte de cuidadores estando ingresadas en instituciones o plantas de psiquiatría.
El primer paso para superar cualquier tipo de violencia siempre ha sido romper el silencio. La violencia se hace fuerte cuando hay impunidad. Hablemos de esto. Hablemos de ellas. Hablemos de todas.