¿Cómo es la experiencia de cuidar a un familiar?
Cuidar a un familiar en situación de dependencia es una realidad que muchas personas experimentan en sus vidas. Para cada uno de los cuidadores, la experiencia de cuidar es distinta, ya que en ella incide a quién se cuida, por qué motivos, cuál era nuestra relación anterior con la persona cuidada, que grado de dependencia tiene, con cuántos apoyos contamos, etc.
Un aspecto en el que coinciden la mayoría de los cuidadores al hablar de su experiencia como tales es que CUIDAR ES UNA DE LA EXPERIENCIAS VITALES MÁS SATISFACTORIAS Y CONMOVEDORAS QUE SE HAN ENCONTRADO. Cuidar a un familiar permite estrechar la relación con él o ella, permite descubrir cosas de nosotros mismos que desconocíamos, nos hace sentirnos queridos y útiles para nuestro familiar y así hasta un largo etcétera.
Del mismo modo, debe destacarse que cuidar no es una experiencia sencilla. Está llena de problemas y dificultades que hay que afrontar con determinación. Debemos de tener presente que en la mayoría de los casos una persona se convierte en cuidador de manera inesperada y va avanzando en el cuidado de manera progresiva. En este recorrido a mi entender aparecen diferentes fases:
Una primera fase en la cual existe gran predisposición por varios miembros de la familia a realizar el cuidado, sin analizar las necesidades reales, ni el tiempo que va a durar dicha necesidad.
Una segunda fase en la cual se va definiendo el cuidador principal, por una menor presencia del resto de los miembros de la familia, debido a la duración de la necesidad de cuidado.
Y una última fase en la que ha pasado un tiempo y el rol de cuidador principal recae en una persona que de manera “no ordenada” y esta adquiere un protagonismo en el cuidado de su familiar que le desborda. Existen numerosos estudios que determinan que la mayoría de los cuidadores que comienzan a serlo, no están adecuadamente preparados para ello.
Si reflexionamos sobre las posibles carencias del cuidador nos encontramos con:
- Desconocimiento acerca de la dolencia.
- Ausencia de conocimiento y habilidades desarrolladas para minimizar el impacto de los cuidados en la persona dependiente.
- Falta de destrezas para apoyar la ABVD.
- Desconocimiento del alcance de los cuidados, así como posibles impactos que ello tendrá en la vida del cuidador y en la de su familia.
Desde la orden de San Juan de Dios como institución pionera en el Cuidado Humanizado a las personas dependientes y/o mayores, abogamos por unos Cuidadores Profesionalizados, y para ello contamos con un modelo asistencial en donde el Centro de la atención es “la dignidad de la Persona”, buscando siempre realizar una atención en donde el Cuidador empatice con la persona cuidada y sea capaz de cubrir sus expectativas y necesidades de manera satisfactoria. Todo ello se debe de realizar desde una atención PERSONALIZADA Y PROFESIONALIZADA:
Personalizada, porque cada persona atendida es única y desde ese concepto de individualidad debe de ser atendida y no caer en dinámicas de trabajo o atención rutinarias y estandarizadas.
Profesionalizada, porque no solo es suficiente la voluntad para realizar una correcta atención, también es necesario la Competencia Profesional, es decir el conocimiento y las habilidades necesarias para entender sus necesidades o dolencias y actuar de manera correcta.
Y para finalizar, hacer una reflexión desde la visión de la Orden de San Juan de Dios, sobre la necesidad del autocuidado del Cuidador, porque “el Yo Cuidador” debe de tener presente que:
- Cuidar de nosotros mismos es cuidar mejor de nuestro familiar.
- El mayor valor y apoyo que tiene nuestro familiar son sus cuidadores.
- Nadie mejor que nosotros sabe cómo nos sentimos.
- Somos el agente principal de nuestro cuidado.
- Cuidarnos a nosotros mismos implica aceptar toda la ayuda que tengamos disponible.
- Delegar tareas y responsabilidades en los cuidados a nuestro familiar nos ayuda y permite que otros familiares y amigos se sientan protagonistas del cuidado de un ser querido.
Además, el Autocuidado nos permite:
- Encontrarnos en mejor disposición física y mental para realizar las tareas del cuidado.
- Tener fortaleza y capacidad para afrontar los muchos problemas supone cuidar al familiar.
- Realizar los esfuerzos físicos y emocionales que precisan algunas tareas.
- Tener sensación de control de nuestra vida y realidad cotidiana.
- Tener elevadas dotes resolutivas.
- Mantener un estado de serenidad y bienestar en todo momento.
“Cuidar es un apto que nos ennoblece como persona ya que es un privilegio que tenemos al poder valorar al otro como parte de uno mismo. Por ello, cuidémoslo.”
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de las Personas Cuidadoras