Garantizar la igualdad efectiva para todas las personas, desde un enfoque de derechos, es uno de los temas fundamentales de la agenda social en los últimos años, y uno de los principales retos de la Agenda 2030.
Hablar de diversidad, necesariamente conlleva hablar de inclusión, lo que permite la igualdad de oportunidades y el efectivo ejercicio de los Derechos de toda persona.
Por lo tanto, atender a la diversidad, conlleva necesariamente que, en todos los ámbitos de la vida, los espacios y entornos sean totalmente inclusivos, entendiendo como tal, que cualquier persona, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales, se sienta incluida en dichos espacios y parte de los mismos, sientan que tienen las mismas oportunidades y que sus derechos no sean vulnerados. Esto debe ocurrir en cualquier tipo de espacio u entorno, sea laboral, educativo, sanitario, etc. La idea no es que las personas se adapten a los entornos, sino que sean los propios entornos los que se adapten a las necesidades, intereses y a la diversidad de las personas.
De esta manera, si hablamos de un espacio o entorno laboral, éste tendrá que adaptarse adecuadamente a las necesidades de las personas que trabajan en él, de manera que, con dicha adaptación, mejore la calidad de vida de sus trabajadores y trabajadoras además de aprovechar esa diversidad para obtener ventajas de negocio competitivas, ya que la diversidad ayuda a crear un valor añadido a la empresa.
Para ello, es importante que el entorno laboral contemple el diseño de políticas, buenas prácticas y medidas que favorezcan entornos de trabajo inclusivos con proyección de crecimiento personal y laboral; así como las adaptaciones y ajustes específicos necesarios (de maquinaria y/o equipo, del contenido del puesto de trabajo, del tiempo de trabajo y de la organización del mismo) para proporcionar igualdad de oportunidades y permitiendo que las competencias y el talento puedan ser utilizados plenamente.
Y si hablamos de un entorno educativo inclusivo, éste será aquel en el que todas las personas aprendan juntas, pudiendo optar a las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo. Para lograrlo, los implicados en los distintos ámbitos educativos, han de establecer las condiciones necesarias para identificar las barreras existentes para la participación y el aprendizaje e implementar las medidas necesarias para superarlas.
En el ámbito de la educación formal, la inclusión supone una adaptación del sistema al alumnado, y no del alumnado al sistema, como se ha venido haciendo. Esta tarea, nada fácil, requiere cambios institucionales, curriculares y didácticos por parte de distintos agentes. La diversidad en el alumnado enriquece el proceso de enseñanza-aprendizaje, beneficiando a la comunidad educativa y a la sociedad en general.
Desde Possible Lab, consideramos imprescindible la necesidad de concienciar y sensibilizar a la sociedad en general y en particular a las nuevas generaciones, acerca de la necesidad de construir espacios y entornos saludables e inclusivos, y de contribuir con nuestras acciones a una sociedad más justa y equitativa.
Para ello, diseñamos recursos audiovisuales interactivos y educativos y experiencias transmedia con las que poder comunicar a todas las personas, y en especial a las nuevas generaciones, en su propio lenguaje y utilizando los canales digitales que ellos y ellas manejan, para promover la inclusión en todos los ámbitos de la vida, y crear conciencia y compromiso social.
Un ejemplo de ello, se puede ver el videojuego Better World, con el que adolescentes y jóvenes puedan comprender y comprometerse de forma consciente con el cumplimiento de la Agenda 2030 y los ODS, desde un enfoque de derechos.
Consideramos el aprendizaje y la innovación fundamentales para la transformación social. Porque seguimos confiando en que un mundo mejor, entre todas y todos, es posible.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables “Mes Europeo de la Diversidad”