Hace un año CORRESPONSABLES publicaba una entrevista a Nuria Chinchilla, profesora del IESE y experta en liderazgo y mujer, en la que decía: “El mercado se está dando cuenta de la necesaria mirada femenina complementaria y sinérgica con respecto a la de los hombres”. Efectivamente. Crece el número de mujeres en los consejos de las empresas cotizadas. En veinte años hemos pasado del 2% al 31% actual en la cúpula del IBEX. Bien.
El liderazgo femenino sienta bien a los entornos empresariales y a la sociedad entera. La presencia de mujeres en equipos directivos se asocia con un mayor compromiso social, el trabajo cooperativo y la promoción del cambio. La presencia de mujeres preparadas en la punta de lanza de cualquier actividad humana genera espacios de empatía, cooperación, creatividad, resolución de problemas, comunicación asertiva, versatilidad y compromiso, que tienen mucho que ver con las demandas de la sociedad en la que vivimos.
Avanzamos, gracias al esfuerzo, al tesón, a la preparación de muchas mujeres pioneras que han sabido colocar sobre sus espaldas los retos de una generación que ha sido punto de inflexión. Avanzamos, incluso a pesar de muchas declaraciones políticas que enfangan nuestro camino sembrándolo de simplezas, prefiriendo el oportunismo facilón de lo políticamente correcto a la justicia ganada a pulso que la sociedad valora de verdad.
En una entrevista publicada recientemente en Aceprensa, la ex directiva de Google Olga San Jacinto, respondía así a los retos laborales pendientes para las mujeres del siglo XXI: “A día de hoy, la igualdad no existe en el ámbito laboral, tampoco en instituciones públicas. Lo vemos en los números de representación en puestos de responsabilidad o en creación de empresas. No podemos normalizar la situación ni en la sociedad, ni en la familia. El primer reto es darnos cuenta de lo que está pasando. El segundo, ser conscientes de la responsabilidad que tenemos de abrir camino a las demás. Yo tengo que hacerlo muy bien por mi empresa y por mí, pero también por todas las mujeres que vengan detrás. Vemos a mujeres que están marcando la pauta con una enorme profesionalidad, y ese es el camino. Tercer reto: ¡Creérnoslo! Muchos hombres vienen a pedirme ascensos y promociones, pero mujeres, ni una. Muchas veces las mujeres achacan su éxito a su suerte, y no a su valía. ¡Las mujeres debemos creer en nosotras mismas mucho más!”.
Concluye una de las directivas made in Spain más internacionales que “hay muchos retos, la verdad. Aspirar a un trabajo que nos guste y nos satisfaga, porque el coste de oportunidad es muy alto. Cuando dejas en casa a un bebé por tu trabajo, más vale que te creas lo que haces y que te motive con quién lo haces para que el esfuerzo merezca la pena”.
Avanzamos, pero seguimos teniendo muchísimos retos, sobre todo el de la conciliación, una conquista necesaria para todos que se mueve entre el ideal romántico y nuestra práctica profesional ordinaria, y que exige la contribución de mujeres y hombres maduros que obvien las medidas estéticas y se comprometan con el cambio necesario para que el equilibrio trabajo-familia no sea una utopía.
¿Luchar o construir?
Hay dos cuestiones que tienen que ver con la igualdad profesional de las mujeres y cuya resolución depende enormemente de la comunicación: la conciliación y la corresponsabilidad.
Como esgrimía Chinchilla en una tribuna recientemente publicada en El Periódico, “quienes nos dedicamos a la formación de directivos y empresarios sabemos que mujeres y hombres tienen formas diferentes de afrontar el día a día empresarial. Ni mejor ni peor, diferente. Si estas diferencias se gestionan adecuadamente, pueden ser no solo complementarias sino también sinérgicas. Es lo que vengo llamando feminismo sinérgico, sin confrontaciones, que, pivotando sobre las diferencias, tiene un efecto multiplicador en todos los sentidos. No se trata de luchar uno contra otro, sino de construir conjuntamente un mundo mejor: una familia más fuerte, una empresa más sólida y una sociedad más sostenible. Y para ello hace falta facilitar a las mujeres el acceso a los centros de toma de decisiones en condiciones de igualdad de oportunidades, permitir e impulsar su visibilidad y escuchar su voz”.
Conciliación y corresponsabilidad son dos cuestiones que deben comunicarse con acierto, especialmente con ejemplos positivos. Hombres y mujeres, remando juntos en la familia, en la empresa, en la sociedad. Haciendo que avancemos todos a la vez con el viento a favor, sin ponernos zancadillas infantiles que hacen que perdamos credibilidad y acabemos retrocediendo peldaños en la era de la máxima eficiencia.
En PROA avanzamos por los mares de la comunicación con estas señas de identidad como bandera desde 2009. Un liderazgo femenino sinérgico pensando, escuchando y proponiendo en 360 grados. En estas aguas donde se escenifican batallas audaces somos conscientes de que el éxito es imposible sin la mejor comunicación posible. Con empatía, cooperación, creatividad, flexibilidad para la resolución de problemas, asertividad, versatilidad y compromiso ayudamos a empresas e instituciones a mejorar su reputación concretada en beneficios tangibles e intangibles. Somos leales, perfeccionistas y amantes del trabajo bien hecho, y estamos comprometidos con los resultados de nuestro ejercicio profesional.
Hace solo unos días participé en la presentación de Women Presidents Organization (WPO) en Galicia. En el marco de una jornada sobre El impacto de la mujer empresaria en el mundo, señalé que “para que una empresa triunfe es esencial aplicar la idea grupal y trabajar la mente colectiva de todo el equipo al servicio de la organización”. Esta es, también, la columna vertebral del feminismo sinérgico. Mujeres y hombres en las cumbres. Mujeres y hombres en los tramos medios. Mujeres y hombres en las casas, y en las entidades sociales comprometidas. Mujeres y hombres de la mano trabajando de forma armónica.
La igualdad no es una pelea, sino un logro corresponsable de todos que se convertirá en realidad cuando entendamos que somos diferentes, pero nos necesitamos mutuamente para progresar. Lo veremos: el impacto empresarial que tendrá la verdadera igualdad nos abrirá a unos mediterráneos insospechados donde navegaremos sin el ancla de la pugna, con las alas del bien, la verdad y la belleza de una orquesta bien afinada que sonará como la sinfonía de la buena comunicación.