Un inodoro y un grifo del que mane agua potable son el punto de partida para la dignidad y el desarrollo de cualquier comunidad. La satisfacción de poseerlos supone la mejor garantía de un futuro establecido en la cultura de la higiene. Experiencias como la de We Are Water Foundation en la aldea india de P. Thimmapuram, así lo demuestran.
Cerca de 40 de las 50 familias que habitan en la población no disponían de letrinas, baños, ni mucho menos de grifos para lavarse las manos. Muchos de estos habitantes tenían que salir de casa para atender sus necesidades y no podían seguir un proceso higiénico adecuado. Además, con el tiempo, el desarrollo de los cultivos les obligó a desplazarse cada vez más lejos para poder defecar o lavarse. Las familias crecían, y con ellas la indignidad de no disponer de un baño para su salubridad y la de toda la comunidad.
Pero gracias al proyecto que la Fundación We Are Water ha completado junto a la Fundación Vicente Ferrer, toda la comunidad ha erradicado la defecación al aire libre y, además, dispone de baños con instalaciones básicas que permiten mantener una adecuada higiene de manos. El simple hecho de no poder lavárselas comporta problemáticas que podrían llegar a ser críticas en un contexto como el descrito, tales como: la propagación de infecciones cutáneas, enfermedades gastrointestinales, infecciones respiratorias o un aumento de la carga bacteriana del entorno.
Los beneficiarios de este proyecto forman parte de las llamadas “castas y tribus programadas” (Scheduled Castes and Tribes). Durante el período colonial británico, fueron conocidas como “clases deprimidas”. En la actualidad se las conoce a veces como “dalits” o “intocables” y están excluidas de las cuatro castas tradicionales. Esta población marginada, que constituye entre un 15% y un 18% de los habitantes del país, ha sufrido especialmente debido a la falta de acceso al agua y al saneamiento. Desde la independencia, el gobierno indio ha tomado medidas especiales para proteger sus derechos y promover su bienestar, pero aún quedan grandes bolsas de pobreza y abandono.
El resultado del proyecto en P. Thimmapuram muestra aspectos poco visibles para los sectores privilegiados de la sociedad, que siempre ha dispuesto de pleno acceso a instalaciones higiénicas.
El reto de la higiene en un país de más de 1.425 millones de habitantes
En 2014, el Gobierno de la India emprendió un proyecto de enorme envergadura: el Swachh Bharat Abhiyan (Campaña India Limpia). Su objetivo principal era eliminar la defecación al aire libre y promover la higiene en todo el país. Según datos del PMC de la OMS y UNICEF, en 2015, 383 millones de indios practicaban la defecación en campos, caminos y calles. Según los informes, millones de inodoros han sido construidos en todo el país y ha habido una disminución notable en la defecación sin control sanitario alguno. La campaña logró reducir esa cifra a 205 millones en 2020, y también se ha observado un aumento en la conciencia sobre la higiene y una movilización social para lograr un cambio de comportamiento hacia prácticas más salubres, incluida una mejor higiene de manos. Pero todavía queda un largo camino por recorrer.
Entre los que, por el momento, se han quedado fuera del alcance del programa nacional se encuentran muchas comunidades de las zonas rurales más abandonadas, como las “castas y tribus programadas” de aldeas como P. Thimmapuram. El país más poblado del mundo tiene aún a sus comunidades rurales lastradas con numerosos tabúes sociales y un abandono secular; la erradicación completa de la defecación al aire libre y la promoción de la higiene de manos son objetivos costosos que requieren cambios socioeconómicos difíciles de conseguir a corto plazo.
De la indignidad a la satisfacción: cambios culturales de envergadura
De los 36 proyectos que We Are Water ha desarrollado en India, 19 entran de lleno en el acceso al saneamiento; en total, más de 170.000 personas se han beneficiado de ellos. La experiencia de más de 13 años de la Fundación corrobora los informes gubernamentales de seguimiento de la Swachh Bharat Abhiyan y los de las ONGs con las que colabora: la implementación del saneamiento debe ir acompañada de cambios culturales que afecten no sólo a la comprensión de la importancia de la higiene, sino a la erradicación de tabúes, especialmente los que lastran a las mujeres y las apartan de la educación y el empoderamiento.
La mejor garantía de que esto ocurra es la satisfacción que produce en las comunidades los beneficios de contar con instalaciones de saneamiento e higiene: la plena participación de las mujeres en la gestión comunitaria; el significativo descenso de las enfermedades infantiles; la mejora de la eficiencia escolar; la cohesión social que proporciona la participación comunitaria en las instalaciones y la dignidad de no tener que vivir rodeados de excrementos.
“Sentimos que tenemos otro valor añadido en nuestro pueblo. Las aldeas vecinas nos están visitando y aprecian esta iniciativa”, declara la representante de la comunidad de mujeres del Panchayat, la institución que se encarga de la administración local y la toma de decisiones en la aldea, y que ahora puede velar por un futuro con plena cultura de la higiene. El reto no es sólo llegar, sino permanecer, y la satisfacción de las personas humildes es el mejor recurso.
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