Hay mujeres con bonitas carreras profesionales. Reconocidas, triunfadoras, exultantes. Y hay mujeres que merecen el Nobel de Economía por conseguir hacer la compra por algo menos del presupuesto para poder ahorrar unos euros al mes.
Hay mujeres viajeras, intrépidas, soñadoras. Las que recorren el mundo y lo retratan con su cámara para disfrute de otros. Y hay mujeres que navegan en aguas turbulentas de cuidados, educación, rutinas y sombras.
Hay mujeres alegres, vitales, rompedoras. Las que conquistan las parcelas del tedio y comparten la ilusión de una vida mejor. Y mujeres que necesitan tejer una red de cuidados y cariño porque a veces lo imposible tarda un poco en llegar.
Hay mujeres con un hogar, una vida, un pasado, un futuro. Y hay mujeres que vienen de la nada, de pelear mucho en un mundo ingrato, que miran por un agujero muy pequeño lo que está por venir.
En este paseo por todas las mujeres, veo caras, rostros, sonrisas, personas. Veo también la mirada de las que fueron y de las que serán.
Hace cinco años llegué a Unoentrecienmil en busca de un sitio. Venía de un despacho sin luz, lleno de muebles grises de metal, con cerraduras y sin aire. Llegué con una intención: ayudar humildemente a encontrar la cura de la leucemia infantil. Y sin ser muy consciente, este era el lugar donde ser todas las mujeres. Donde todo cambió.
Unoentrecienmil no miró mi edad, no me discriminó por género, no preguntó mi orientación sexual, no me impuso un uniforme ni me forzó a tener un pensamiento cerrado. En Unoentrecienmil he convivido con todas las mujeres, y también con hombres, compañeros especiales y sensibles a mis rarezas por ser todas las mujeres.
Todas las mujeres de Unoentrecienmil tienen rostro e historia. Valor, ternura, coraje. Mujeres que participan de la innovación, de poner su opinión encima de la mesa. De contrastar y cuestionar. Y ser escuchadas. Y plantear y experimentar nuevas formas de liderazgo femenino, con la mirada de las que luchan por ser todas las mujeres. Porque todas las mujeres buscan su sitio para poder seguir siendo todas las mujeres.
La Fundación Unoentrecienmil busca facilitar y darnos cabida. Desde el principio y sin excusas. Un horario consciente y responsable, un sueldo acorde con las competencias, un compromiso con la formación y el desarrollo profesional.
Es posible que otras entidades y organizaciones hayan tenido que hacer una revisión de sus políticas de igualdad, pero en nuestro caso todo esto ha sucedido de manera orgánica y natural, quizá porque desde el patronato de la Fundación no se concibe de otra manera que no sea desde esta perspectiva.
Creo que puedo hablar también por mis compañeras de camino: ellas también son todas las mujeres. Y tienen nombre propio y un tremendo poder de provocar la risa, el llanto, la pasión, el movimiento y vida, la Vida con mayúsculas para buscar, como yo, la curación plena de la leucemia infantil.
Bea, Elena, Arantxa, Mel, Isabel, Amat, Mónica, María, Cristina… también todas las investigadoras, las madres de las niñas que padecen leucemia, las colaboradoras y voluntarias…
Ellas son la belleza, el perdón, la sabiduría, el buen humor, la franqueza y la calma. Todas las mujeres, con sus luchas internas y externas, compartiendo camino en Unoentrecienmil.
Ojalá todas las entidades, empresas, organismos y colectivos supieran ver el valor de todas las mujeres. Dejo aquí el deseo de todas las mujeres que habitan en mí.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de la Mujer 2022.