¿Qué supone para usted recibir el premio Fundación Mapfre por compromiso con la sociedad?
Ayuda a meditar qué es lo que has hecho durante los últimos 40 años y también lo que no has podido hacer, pero es agradable poder pensar que has contribuido en cierta medida a la ciencia y a la biomedicina.
¿Qué destacaría de lo que ha podido hacer y con qué se ha quedado con ganas?
Lo negativo siempre es el tema de las prioridades, me hubiera gustado hacer muchas cosas. Pero yo creo que lo que ha sido positivo es decidir qué es lo importante y lo que no. Si fuéramos omnipotentes y pudiéramos hacerlo todo sería fantástico, pero no es así. Yo he sido un producto de mentores que me han guiado y me han ayudado muchísimo a elegir las propiedades que he tomado. Yo quería haberme dedicado al tema de la agricultura y la investigación de las plantas y no ha sido así. ¿Es esto negativo?. Bueno, es una cuestión de prioridades.
Preside el CNIC, trabaja en el Mount Sinai Medical Center de Nueva York, y lleva una campaña para fomentar los hábitos saludables a nivel mundial, entre otras labores. ¿Cómo lleva todas estas tareas y puede pasar de unas a otras?
Cuando uno entra en el campo de la creatividad y la investigación, se cambia con los años. Yo empecé a trabajar a un nivel molecular, traté mucho con la aspirina, las plaquetas, las estatinas… en aspectos interesantes en cuanto a la enfermedad cardiovascular. Nos damos cuenta de que estamos prolongando la vida, pero es muy caro en cuanto a tecnologías avanzadas. Y lo que tenemos que hacer es prevenir todo esto y promover la salud; entonces, estamos entrando en un terreno científico interesante que es el conocimiento de lo que es la salud. Sabemos mucho menos sobre lo que es la salud que lo que es la enfermedad. Ahí es donde yo estoy entrando ahora.
Utilizo las mismas tecnologías, pero a la vez con un papel más social, puesto que empiezas a trabajar con edades variadas y aspectos de investigación distintos. Entrar en promover la salud, entenderla, prevenir la enfermedad… es absolutamente el futuro, y económicamente, un paso muy importante. No podemos seguir creando tecnología cara.
¿Se toma en serio la sociedad del primer mundo los hábitos saludables?
Hay una tendencia ahora, sobre todo en países en desarrollo, en donde estamos mirando qué aspectos pueden llevar a estados de saludo muchísimo más avanzados que hasta el momento. Yo he sido parte de dos documentos: Cómo promover la salud cardiovascular (hace tres años), y otro que estamos presentando al gobierno de EEUU sobre salud global y el papel del país. En este último hemos estado trabajando durante este año y estamos estudiando cómo entrar en esos países de economía más baja y en cierta manera promover la salud. Es posible y creo que vamos a ver algo muy positivo en los próximos años.
A nivel de los ODS, el número 2 es promover la salud global. ¿Cómo se podría asegurar el acceso a la salud de las 7.000 millones de personas que hay en el planeta?
A través de sistemas de vacunación, sistemas para saber quién está desarrollando la enfermedad antes de que aboque… El tema está en ir mucho más adelante e incidir sobre todo en los niños y personas jóvenes. No solamente desde el punto de conocer cómo empieza la enfermedad en estas edades (obesidad infantil por ejemplo), sino recayendo en temas educativos. La gente joven está mucho más predispuesta a oír y a actuar, lo que es algo positivo con vistas al futuro.
Desde la Fundación ProCNIC colaboran con las empresas en la sensibilización de hábitos saludables, ¿de qué manera?
Esto es sólo en países de economía alta y se trata de un trabajo de comunidad. Hay motivación en estas empresas con las que estamos cooperando porque hay un factor personal, estamos trabajando directamente para que ellos se cuiden. Nosotros también nos vemos beneficiados por su contribución económica a los proyectos de investigación del CNIC. Es algo positivo para todos. También contribuimos a la Educación.
¿Qué le recomendaría a una persona que no sigue unos hábitos saludables en su vida?
Esto es un tema muy difícil. No va a servir de nada que digas a alguien ‘tienes que hacer esto’. Esa persona tiene que tomar la decisión de si la salud es importante para ella o no. Si esto no se tiene claro, no va a funcionar nada de lo que le digas. En este aspecto, tenemos que entrar en gente joven porque son quienes mejor lo captan.
Los más adultos lo pueden captar a través de trabajo comunitario, es decir, por grupos de gente que les motiven. Hay métodos muy sencillos para tomar un estilo de vida saludable pero lo primero es que la persona esté dispuesta a adoptar el cambio que suponga. En España hemos hecho un estudio en siete ciudades sobre grupos de comunidad que se han ayudado mutuamente en temas como el tabaquismo, la presión arterial, o el ejercicio físico, y todo ello ha dado unos resultados muy buenos.
¿Cómo se puede combatir el estrés en una sociedad cada vez más competitiva?
Debemos cambiar la sociedad y creo que la juventud está reaccionando en este aspecto. Los adultos ven a la juventud con una actitud pasiva, y los jóvenes están frustrados porque ven una sociedad competitiva en la que no tienen oportunidades. Creo que el tema está en cómo podemos nosotros motivar a esta juventud. Esa ‘gente pasiva’ son motores de gran engranaje en el momento que los motivas.
Todos los proyectos que estamos llevando a cabo en el mundo están dirigidos por gente joven, gente que no sabía qué hacer con su historia o su carrera, pero a los que se les ha dado una oportunidad. Lo que tiene que hacer nuestra generación de adultos es prestarles más atención, dejar de criticarles, y pensar que quizás no son pasivos, sino que no se les está ayudando. Tenemos que cambiar la sociedad, los adultos tenemos que cuidar mucho más de los jóvenes.