El sexto Día Internacional de la Educación se celebra el 24 de enero de 2024 bajo el lema “aprender para una paz duradera” mientras el mundo asiste a una oleada de conflictos violentos paralela a un aumento alarmante de la discriminación, el racismo, la xenofobia y la incitación al odio.
El impacto de esta violencia trasciende cualquier frontera basada en la geografía, el género, la raza, la religión, la política, offline y online.
Un compromiso activo con la paz es hoy más urgente que nunca: la educación es fundamental en este empeño, como subraya la Recomendación de la UNESCO sobre la Educación para la Paz, los Derechos Humanos y el Desarrollo Sostenible.
El aprendizaje para la paz debe ser transformador y contribuir a dotar a los alumnos de los conocimientos, valores, actitudes, competencias y comportamientos necesarios para convertirse en agentes de paz en sus comunidades.
Educar con ternura para la convivencia pacífica en las escuelas de América Latina y el Caribe
La experiencia de violencia en las escuelas que sufren los niños, niñas y adolescentes en América Latina es muy alta: 4 de cada 10 sufren acoso escolar en la región, siendo la infancia indígena, migrantes y refugiados los más vulnerables.
Sobre esta última población, más del 50 % de niños, niñas y adolescentes permanece fuera de los sistemas educativos de la región por pobreza, discriminación y la xenofobia (R4V, 2020).
La evidencia indica además que la experiencia de violencia se reproduce también en los hogares y otros espacios de las comunidades.
En la encuesta regional “Encuentro con el corazón” del 2023, realizada a los niños y niñas de 10 a 17 años de 13 países de la región, 8 de cada 10 consideran a sus escuelas no seguras; 4 de cada 10 asumen que sus docentes no conversan con ellos para comprender lo que les sucede; 8 de cada 10 consideran que las prácticas de perdón, reparación y reconciliación no se dan en sus escuelas y 9 de cada 10 no comparten sus penas y tristezas con sus maestros.
No basta con decir “no a la violencia en todas sus formas” en las escuelas. Urge otra forma de hacer las cosas. “Educar con ternura implica colocar al alumno en el centro de las acciones pedagógicas, no como un objeto que aprende, sino como un ser humano con condiciones cognitivas, emocionales y sociales específicas que necesitan ser atendidas”, explica Daniel Yépez, coordinador de educación de World Visión Perú y líder de educación para World Vision América Latina y el Caribe.
“Educar desde el reconocimiento de los derechos, capacidades y la responsabilidad de la infancia para el cuidado de sus pares permite que los niños y niñas sean protagonistas de las acciones educativas. Este sentido de la educación debe orientarse esencialmente hacia la convivencia inclusiva, pacífica, democrática e intercultural, con el bienestar socioemocional como base de todo aprendizaje para la vida”, añade.
El aprendizaje de una convivencia pacífica en las escuelas impactará en esa sociedad anhelada, donde los diferentes puedan dialogar y respetarse, y en esa diversidad construir países de bienestar y justicia, alegan desde la ONG.
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