Según un nuevo análisis de UNICEF, publicado en vísperas del Día Mundial del Agua (22 de marzo) 190 millones de niños y niñas de diez países de África se encuentran en una situación de alto riesgo debido a la combinación de tres amenazas relacionadas con el agua: servicios inadecuados de agua y saneamiento, enfermedades relacionadas con la precariedad de estos servicios y riesgos climáticos.
África se enfrenta a una catástrofe hídrica
“África se enfrenta a una catástrofe hídrica. En un momento en que las perturbaciones relacionadas con el clima y el agua se están intensificando a nivel mundial, no existe ningún otro lugar del mundo en el que los riesgos sean tan altos para la infancia”, ha afirmado el director de Programas de UNICEF, Sanjay Wijesekera. “Estamos viendo ya cómo las tormentas devastadoras, las inundaciones y las sequías históricas están destruyendo infraestructuras y hogares, contaminando los recursos hídricos, provocando crisis alimentarias y propagando enfermedades. Aunque las condiciones actuales son ya de por sí difíciles, sin una acción urgente el futuro podría ser mucho más desolador”.
El análisis mundial —en el que se examinó el acceso de los hogares a los servicios de agua y saneamiento, la tasa de muertes de menores de cinco años relacionadas con la deficiencia de estos servicios y la exposición a las amenazas climáticas y medioambientales— revela en qué lugares los riesgos son mayores para la infancia y dónde se necesita desesperadamente invertir en soluciones para evitar muertes innecesarias.
En los diez países mencionados, donde la situación es crítica, casi una tercera parte de los niños y las niñas no tienen acceso a, como mínimo, servicios básicos de agua en su hogar; además, dos terceras partes no disponen de servicios de saneamiento básico. Asimismo, una cuarta parte de los niños no tiene más opción que defecar al aire libre. La higiene de manos también es escasa, pues tres cuartas partes de los niños y niñas no disponen de agua ni jabón en casa para lavárselas.
Como consecuencia, estos países registran también el mayor número de muertes infantiles por enfermedades causadas por el agua insalubre y el saneamiento y la higiene deficientes, tales como las enfermedades diarreicas. De hecho, en 6 de los 10 países citados se registraron brotes de cólera durante el año pasado. En todo el mundo, más de 1.000 niños menores de cinco años mueren cada día por enfermedades relacionadas con servicios inadecuados de agua y saneamiento; 2 de cada 5 muertes debidas a estas causas se registran en los diez países más afectados.
Estos países en situación crítica también constituyen el 25% de los 163 países más expuestos a los riesgos climáticos y medioambientales. En algunas zonas de África Occidental y Central las altas temperaturas, que aceleran la reproducción de organismos patógenos, están aumentando 1,5 veces más rápido que la media mundial. Los niveles freáticos también han descendido, y esto está obligando a algunas comunidades a perforar pozos al doble de profundidad que hace una década. Por su parte, las lluvias se han vuelto más irregulares e intensas y en ocasiones provocan inundaciones que contaminan las ya escasas reservas de agua.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha clasificado a estos diez países en situación crítica como frágiles o extremadamente frágiles. En algunos de ellos, las tensiones creadas por los conflictos armados amenazan con revertir los avances registrados en materia de agua potable y saneamiento. En Burkina Faso, por ejemplo, se han intensificado los ataques contra instalaciones de agua como táctica para desplazar a las comunidades. En ese país, 58 puntos de agua fueron objeto de ataques en 2022, frente a 21 en 2021 y tres en 2020. Como consecuencia de ello, más de 830.000 personas —de las cuales más de la mitad son niños y niñas— han dejado de tener acceso al agua potable en el último año.
“La muerte de un niño o una niña es devastadora para su familia, pero el dolor es aún mayor cuando dicha muerte se puede evitar y viene dada por la falta de atención a necesidades básicas que muchos dan por sentadas, como el agua potable y salubre, los inodoros o el jabón”, ha afirmado Wijesekera. “Invertir en servicios de agua, saneamiento e higiene resilientes al clima no es solo proteger la salud de la infancia hoy, sino también garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras”.
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