El Día Mundial del Retrete, que se celebra cada 19 de noviembre, persigue crear conciencia sobre el problema mundial que suponen los más de 3.600 millones de personas que viven sin acceso a un saneamiento gestionado de forma segura. La temática de este año, “Hacer visible el recurso invisible”, se centra en los efectos nocivos que la crisis del saneamiento provoca en las aguas subterráneas: un saneamiento gestionado de manera insegura propicia un mayor grado de contaminación de las aguas subterráneas.
Estos sistemas de saneamiento deficientes propagan los excrementos humanos por los ríos, los lagos y el suelo, que acaban contaminando los recursos hídricos que se encuentran en el subsuelo. Sin embargo, parece que este problema es invisible porque sucede bajo tierra. Invisible porque ocurre en las comunidades más pobres y marginadas.
Las consecuencias de esta crisis del saneamiento provocan que, además de los daños ambientales, a diario más de 800 niños menores de cinco años mueran de diarrea, debido al consumo de agua insalubre, un saneamiento inseguro y una higiene deficiente.
La campaña de Naciones Unidas insta este año a los gobiernos a trabajar hasta cuatro veces más rápido para garantizar que se alcance a tiempo el ODS 6 (Agua limpia y saneamiento), a la vez que realiza un llamamiento a que los Estados reconozcan en sus planes hídricos la directa relación “causa-efecto” entre el saneamiento y las aguas subterráneas. Invertir en sistemas seguros de saneamiento mejora el suministro de agua potable, la agricultura, la industria y los ecosistemas.
El uso indebido del saneamiento cuesta 200 millones de euros al año en España
Mientras que en los países en vías de desarrollo el saneamiento es aún un reto pendiente que causa millones de muertes cada año y que impide el desarrollo económico de esas naciones, en países como España el reto está en proteger los sistemas de saneamiento, como recuerda Aqualia en actuaconaqualia.com, la iniciativa con la que apela al compromiso ciudadano para hacer un buen uso del inodoro y no utilizarlo como papelera.
Históricamente el principal problema de contaminación aportada en nuestros saneamientos públicos se derivaba de los vertidos industriales. Pero, cada vez con mayor frecuencia, se encuentran más contaminantes ligados al consumo y prácticas asociadas al consumo doméstico, muchos de los cuales tienen poca capacidad para ser depurados en las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR).
Toallitas húmedas, bastoncillos y otros textiles llegan hasta las depuradoras. El impacto negativo de este tipo de residuos sobre las infraestructuras de los servicios de agua urbana es una realidad en toda Europa. Además del coste ambiental, solo arrojar las toallitas húmedas al váter supone un sobrecoste de entre 500 y 1.000 millones de euros en los países europeos, según las estimaciones de la federación europea de asociaciones de servicios de agua EurEau. AEAS (Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento) calcula pérdidas para España cercanas a los 200 millones de euros anuales, lo que supone un aumento total de los costes de gestión del ciclo integral del agua de entre un 4 y un 6%. Si sumamos que, tras la pandemia la compra de toallitas húmedas ha aumentado un 50%, las consecuencias de este mal hábito pueden ir a más si no se remedia.
En la mayoría de nuestras ciudades y pueblos el saneamiento no supone un grave problema gracias a que empresas especializadas desarrollan un trabajo diario de mantenimiento y reposición de estas redes. Se trata de infraestructuras muy extensas que, en el conjunto de España, alcanzan una longitud de 165.000 kilómetros (3,5 metros por habitante), una distancia que podría dar cuatro vueltas a nuestro planeta.
Pero, además, los operadores realizan continuas campañas formativas e informativas dirigidas al conjunto de los usuarios de la red. Estas campañas de concienciación complementan las tareas de limpieza periódica de la red de saneamiento que empresas como Aqualia lleva a cabo en todos los municipios en los presta servicio. Por poner algunos ejemplos, solo en Badajoz, en los primeros 8 meses de este año, Aqualia extrajo más de 2,4 millones de litros de residuos de las alcantarillas y otras instalaciones de saneamiento de la ciudad; en Nerja, Málaga, retiró más de 25.000 litros de residuos en esas mismas fechas. En Sóller, Mallorca, las últimas cifras difundidas desde el Servicio hablan de hasta tres camiones con más de 18 toneladas de residuos recogidas. En todos estos casos, se constata que los desechos que con más frecuencia se encuentran en las tuberías de saneamiento cuando van a desatascarse son las toallitas húmedas.
Estas campañas de sensibilización impulsadas por Aqualia están alineadas con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y en concreto con el ODS 6, que requiere investigación e inversión para optimizar los recursos disponibles y garantizar un saneamiento limpio.
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