La mirada integral significa poder incorporar todas las dimensiones. En este sentido, la norma ISO 26000 define siete materias fundamentales de Responsabilidad Social: Derechos Humanos, prácticas laborales, ambiente, consumidores, comunidad y desarrollo, prácticas justas de operación y gobernanza organizacional.
Para lograr la transversalidad de la RSE en las organizaciones es indispensable el compromiso de la alta dirección en la adopción de una nueva cultura empresaria.
La orientación estratégica de la RSE hacia el desarrollo sustentable de nuestro país y de la región latinoamericana permite no solo una adecuación a los diferentes contextos y problemas territoriales sino también participar de la generación de políticas públicas en el marco de la articulación público-privada.
El desarrollo sustentable es una responsabilidad compartida entre diferentes sectores de la sociedad, a fin de hacer converger, de una manera virtuosa, la actividad productiva, el desarrollo social y el impacto ambiental en pos de una mejor calidad de vida para las actuales y futuras generaciones. En este marco, el sector empresario tiene un gran desafío por delante: aportar a la convergencia de objetivos, aún cuando existen intereses divergentes.
Es imprescindible profundizar la interacción entre el Estado, la sociedad civil y el mundo empresario. Estos procesos de articulación de actores plantean tres desafíos: el primero es la construcción de confianza, el segundo es la superación de las asimetrías económicas y de acceso a la información, y el tercero es la generación de consensos con efectividades conducentes.
Es importante debatir y consensuar el rol del Estado frente al campo de la RSE. ¿Cuál es el grado de regulación que debe tener la RSE? ¿Qué debería ser de cumplimiento obligatorio y qué de cumplimiento voluntario?
¿Cómo promover la RSE desde las políticas públicas a fin de consolidar este nuevo rol de la empresa en la sociedad? ¿Cómo incorporar en el diseño de la política social y ambiental los aportes del sector empresarial?
Finalmente, las organizaciones de la sociedad civil se enfrentan al desafío de orientar sus esfuerzos a capitalizar las iniciativas de RS de las empresas.