Nos encontramos en uno de los momentos más críticos de la historia de la humanidad. Se estima que la crisis desatada por el COVID19 arrastrará a más de 500 millones de personas a la pobreza, generando un retroceso de más de una década en los avances para su erradicación. El impacto socioeconómico será sentido con más fuerza en los niños, niñas y adolescentes, para quienes las desigualdades se profundizarán de manera vertiginosa y alarmante.
Previo a la pandemia, el problema de la infantilización de la pobreza ya golpeaba fuertemente nuestra región y nuestro país. Las estimaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia indican que, para diciembre de este año, la cantidad de niños y niñas pobres en la Argentina pasará de 7 millones a 8,3 millones.
Los impactos del COVID acrecentarán no solamente la pobreza, sino también la mortalidad infantil, el riesgo de exposición a las violencias, las brechas de aprendizaje, el trabajo infantil, el abandono escolar y las desigualdades de género, entre tantas otras. Son incontables las vulneraciones de derechos que sufrirán niños, niñas y adolescentes, quienes tendrán que vivir en un mundo aún más desigual que el de un año atrás. Debemos comprender que todo esto tiene impactos presentes y también a largo plazo, para cada individuo, para cada familia y para cada sociedad. El momento de actuar es ahora.
Si bien el Estado adoptó medidas de emergencia orientadas a apoyar a las familias durante el confinamiento, resulta urgente implementar mecanismos para garantizar la protección social universal durante la cuarentena y en la era post confinamiento. Es indispensable garantizar un nivel de ingreso universal por ciudadano que sea otorgado sin condicionalidades que puedan producir exclusiones. De esta manera, se podrá garantizar la subsistencia de niños, niñas y adolescentes a la vez que se promueve la reinserción económica de sus familias.
Para quienes viven sin cuidados familiares, la situación es tanto o más desoladora. El escenario actual supone un mayor riesgo para la vulneración de derechos de quienes viven en cuidado alternativo: muchos dispositivos cuentan con menos trabajadores para brindar cuidados, poseen espacios acotados para cumplir las medidas sanitarias y cuentan con escasos dispositivos tecnológicos lo que en el contexto actual resulta un medio esencial para la garantía de múltiples derechos.
La situación es especialmente compleja para los y las jóvenes que deben egresar de los dispositivos y construir una vida autónoma en un mundo en crisis. En Aldeas Infantiles SOS Argentina creemos que es imprescindible garantizar la protección social de la niñez, especialmente de quienes viven sin cuidados familiares. Necesitamos que se amplíe el alcance de la Asignación Universal por Hijo a los más de 9000 niños, niñas y adolescentes que residen en dispositivos de cuidado alternativo. De este modo, podrán disponer de estos recursos de forma progresiva una vez que egresen del sistema de protección y podrán utilizarlos para facilitar su inserción en la vida adulta, dado que no contarán con el apoyo y contención de su grupo familiar.
Los extremos a los que llegará la pobreza infantil y las vulnerabilidades sociales para niños, niñas y adolescentes nos obligan a buscar soluciones y trabajar de forma articulada. Como sociedad tenemos un enorme desafío ante nosotros y solo con un Estado activo que tome a tiempo las medidas necesarias para afrontarlo, podremos evitar que siga creciendo y consolidándose el fenómeno de la pobreza y continúen profundizándose las brechas de la desigualdad social.