Es el paso de una visión filantrópica ‘dadora de fondos’ a una donde la participación activa de la comunidad la convierte en protagonista de la solución de sus problemas y ya no sólo en simple beneficiaria, uno de los saltos cualitativos más significativos en la gestión de las inversiones sociales de las entidades donantes.
Partiendo de un panorama general, podemos afirmar que existe hoy en nuestro país, así como en el mundo, una necesidad de apostar por la construcción de capital social y de ciudadanía desde los distintos sectores. Desde el ámbito privado ello requiere reconocerse y pensarse a sí mismo como un actor activo en esta construcción; trabajar en torno a la profesionalización, promover un marco contextual, legal e institucional que favorezca el desarrollo, y avanzar en mecanismos que permitan evaluar el impacto real de la contribución al crecimiento del país.
El desafío que tienen hoy las entidades donantes no se agota ni en la inversión social, el marketing social, el voluntariado corporativo, la Sustentabilidad ambiental ni en las alianzas público-privadas. Consiste en la generación del valor compartido. Es necesario pensar en el contexto y la coyuntura, estar atentos a la fortalezas y debilidades, y a lo que nos ofrece ese entorno para capitalizarlo y usarlo como herramienta para el cumplimiento de los objetivos de nuestro accionar. En este sentido, en el mundo empresario empiezan a surgir ‘unidades de inteligencia social’, áreas atentas a gestionar los riesgos, pero también, por sobre todas las cosas, a capitalizar las oportunidades en la relación con la comunidad y su entorno, en el marco de una visión estratégica de largo plazo.
Pensarse ‘hacia adentro’ y ‘hacia afuera’ son cuestiones casi imprescindibles a la hora de impulsar una política de ISP, pero también el desafío está puesto hoy en generar canales de diálogo con el sector público, la cooperación internacional, la academia y con nuestros pares del sector privado. Ya no se trata de impulsar agendas aisladas, sino de contar con diagnósticos participativos donde cada uno, desde su rol, visión, intereses y necesidades, aporte al desarrollo social y sustentable de nuestro país. LA ISP ha crecido exponencialmente en los últimos años y trabajamos todos los días para que así sea. Sin embargo, todavía hay mucho por hacer.
Desde GDFE hemos ido incorporando a nuestra agenda de trabajo distintas iniciativas, entendiendo que a los actores privados ya no les cabe sólo el rol de acompañar las ideas de las organizaciones de la sociedad civil, sino, como parte vital de la misma, la de generar propuestas y soluciones desde su propio expertise para mejorar la calidad de vida de la comunidad, promover activamente causas sociales vitales para el país, articularse con pares para lograr escala, certificar sus acciones y mejorar su rendición de cuentas a la comunidad.
Es un largo e interesante recorrido hacia la eficiencia y el compromiso el que están haciendo las organizaciones y desde el GDFE esperamos seguir contribuyendo a este crecimiento.