El análisis de contexto y la gestión de riesgos parten de títulos que no representan, en su totalidad, lo que realmente significan y el valor que aportan a la administración de una organización. El contexto, no solo es algo externo, y los riesgos, no siempre son riesgos.
Al analizar el contexto de una organización hacemos referencia a cuestiones externas e internas, positivas o negativas, que puedan afectar al logro de nuestros objetivos, a la misión (nuestra razón de ser) y al futuro deseado (la visión). Conocer nuestro contexto, no es ni más ni menos, que saber dónde estoy parado en un determinado momento.
En lo que refiere al contexto externo, podemos considerar, cuestiones que surgen del entorno político, económico, socio-cultural, tecnológico, ecológico, legal, etc. Y, al desarrollar cuestiones internas, podríamos considerar los valores, la cultura, los conocimientos, el desempeño de la organización, etc.
A su vez, como todos sabemos, nuestro juego (del negocio) no es solo nuestro, sino de un grupo de jugadores, los cuales podemos definir como “partes interesadas” que se suman al contexto de nuestra organización. Estas partes interesadas se conforman de personas y organizaciones que de alguna manera se ven o perciben afectadas por nuestras decisiones, o que con sus decisiones y acciones terminan afectando a nuestra organización. Algunas partes interesadas de nuestro juego pueden ser los dueños de la empresa, los accionistas, los clientes, los empleados, los proveedores, los complementadores, los vecinos, distintos organismos del estado, etc.
La identificación de estas partes interesadas, en sí mismas, no generan valor a nuestro análisis de contexto, es el análisis complementario de sus necesidades y expectativas las que sí nos aportan información de valor, dado que podremos conocer quiénes son y qué quieren, con lo cual sabremos si lo que buscan estos jugadores, internos o externos a la organización, aportan o no al logro de nuestros objetivos.
Con lo cual, al hablar de Contexto Organizacional, estamos haciendo referencia a cuestiones internas y externas, positivas o negativas, y a las necesidades y expectativas de las partes interesadas. De esta manera sabremos dónde estamos parados y quienes juegan nuestro juego.
Ahora, debemos empezar a trabajar con la gestión de riesgos. De lo ya analizado, el contexto, se desprenden no solo riesgos sino también oportunidades. Con lo cual, el riesgo, es un concepto fundado en la incertidumbre, desde donde podrán surgir oportunidades, riesgo o nada (status quo). La identificación por sí sola no hace a la gestión de riesgos (y oportunidades), sino que nos demanda evaluarlo, tomar acciones y medir el resultado alcanzado de cada acción implementada sobre cada riesgo u oportunidad.
La alternativa de evaluar cada riesgo y oportunidad nos proporciona un orden para su tratamiento y asignación de recursos. La calificación podría valerse de al menos dos variables: la probabilidad de ocurrencia y su impacto en la organización. A su vez, podríamos sumarle otras variables, como por ejemplo, la tendencia. De esta manera trabajaríamos en una probabilidad e impacto actual y en uno a un determinado horizonte de planeamiento. Suele analizarse a la tendencia vinculada a la probababilidad de ocurrencia, pero también podríamos asociarla a un impacto actual y futuro.
Ya calificado cada uno de los riesgos y oportunidades, trabajaremos en desarrollar acciones para abordarlos; con el objeto de disminuir/aumentar su impacto o probabilidad de ocurrencia. Estas acciones, no necesariamente serán para un solo riesgo u oportunidad, sino que puede suceder que la misma acción aborde un conjunto de riesgos u oportunidades.
Luego de definida la acción deberemos analizar la forma en que vamos a evaluar si la misma ha disminuido el riesgo o ha aportado al logro de los beneficios derivados de la oportunidad.
De esta manera cumplimentamos el análisis de contexto y la gestión de riesgos que se derivan del mismo. Sabiendo que un riesgo u oportunidad surge de alguno de los elementos del contexto organizacional.
En definitiva, la identificación de cuestiones internas y externas, como de las necesidades y expectativas de las partes interesadas, derivarán en riesgos y oportunidades, los cuales debemos al menos conocer, y en lo posible, proceder a eliminar, neutralizar, o disminuir su impacto o probabilidad de ocurrencia; y, en caso de ser una oportunidad, aprovecharla. Tanto el tratamiento de los riesgos, como de las oportunidades, nos permiten definir nuestros objetivos, confirmar nuestra razón de ser y ver cómo vamos encaminados hacia nuestra Visión, el futuro.