Pero también se registran numerosos casos de empresas que ejercen la externalización de costos y riesgos, solicitando a estos actores hacer aquello que ellos prefieren evitar. Así, proveedores y distribuidores constituyen partes interesadas esenciales de la empresa con los cuales no sólo se pueden identificar oportunidades conjuntas para el desarrollo y la mejora, sino también desarrollar procesos de diligencia debida con el propósito de identificar impactos y riesgos económicos, sociales y ambientales, e implementar estrategias para gestionarlos de manera conjunta.
Otras partes interesadas en permanente relacionamiento con las empresas, que están empoderadas por su capacidad de incidir por causas sociales y ambientales, están requiriendo una sustancial mejora en los procesos de transparencia y rendición de cuentas, y una validación expresa de grupos de interés que velan por cuestiones como los derechos humanos y los estándares laborales y ambientales, hecho que representa un gran desafío para las compañías que buscan desarrollar un negocio sustentable.
¿Podrán las empresas asumir los costos de sus responsabilidades extendidas en su cadena de valor y continuar con márgenes razonables de rentabilidad? Los próximos años serán decisivos para dar respuestas sobre este interrogante. Numerosas empresas en la región están recibiendo instrucciones desde sus casas matrices para que desarrollen esquemas de gestión de aseguramiento de sus cadenas de valor que permitan identificar impactos y riesgos para reducir a su mínima expresión posible, los costos de contingencia y asegurar sus activos reputacionales.
Por ello, es frecuente encontrar esquemas de monitoreo y auditorías, del estilo a los que ofrecen Sedex, PICs, V4Ch, entre otros, que brindan a las empresas un mapa de proveedores como insumo básico para el armado de matrices de criticidad para una gestión más eficiente. No obstante, estos esquemas, generalmente operados con la apoyatura de sistemas informáticos de gran capacidad para generar rápidamente chequeos cruzados, si bien son necesarios no por ello cubren acabadamente las necesidades de las empresas. La validación aleatoria in situ, como proceso complementario, resulta esencial para asegurar la eficacia del sistema. Asimismo, la gestión de procesos de debida diligencia destinados a identificar impactos y riesgos, el ejercicio de esquemas de consulta previa y diálogos con partes interesadas, comienzan a generarse con mayor asiduidad en compañías de la región.
Las principales tendencias globales de Sustentabilidad (Guía ISO 26.000, Pacto Mundial de Naciones Unidas, el Global Reporting Iniciative versión G4, directrices de la ONU sobre DDHH y Empresa, las directrices de la ONU para Empresas Trasnacionales) coinciden en generar un fuerte mandato a las empresas sobre la necesidad de generar procesos de debida diligencia sobre sus cadenas de valor. Por otro lado, ya no alcanza con que las grandes empresas sólo exijan cada vez más. Crece la expectativa cierta que las compañías contribuyan a la mejora en la gestión de los actores de su cadena de valor.
En el caso de proveedores potenciales, se indica la necesidad de monitorear de manera permanente las alternativas que ofrece el mercado, aún encarando procesos de desarrollo de nuevos proveedores que puedan abastecer a la empresa en un futuro cercano. Las empresas que trabajan con nula o baja rotación de proveedores, muy posiblemente están incurriendo en costos extra provenientes de vínculos comerciales no competitivos. Por otro lado, siempre será más fácil exigir nuevas condiciones y atributos sociales y ambientales a nuevos proveedores que intentar que los actuales se adecuen a sus necesidades y aspiraciones.