Para la gran empresa:
- Transitar hacia una gestión más integrada de su cadena de valor, ejerciendo control de variables críticas de su negocio que antes estaban exclusivamente en manos de sus clientes o proveedores.
- Mejorar el feedback, posibilitando el análisis de riesgos y oportunidades económicas, sociales y ambientales de la cadena de producción para el negocio, estableciendo objetivos mesurables a corto y largo plazo.
- Elaborar un registro actualizado con las características de los proveedores de la empresa, estableciendo criterios sustentables.
- Promover transparencia informativa sobre procesos de selección, incorporación y pago a proveedores.
- Desarrollar canales específicos que habiliten una doble vía de comunicación con proveedores.
- Elaborar Códigos de Ética para extender las prácticas responsables de la empresa a su cadena de valor.
- Concientizar a la cadena de valor sobre la importancia de la RSE y capacitar en herramientas para implementar prácticas responsables (Pacto Global y Global Reporting Initiative, entre otras).
- Hacer auditorias sociales aleatorias a los proveedores.
Para las pymes:
- Mejorar su capacidad de gestión al dotar a su conducción de una visión empresaria a mediano y largo plazo.
- Mejorar su posicionamiento y relación con la empresa grande, aportándole más previsibilidad en su negocio.
- Brindar condiciones más favorables premiando la inversión en temas sociales y ambientales.
- Recibir capacitación de alto nivel en temas sectoriales clave y de RSE.
- Consultoría especializada a bajo costo para la implementación de las mejoras.
- Posibilidades de diferenciación con la competencia.
- Mejoras en la relación con sus grupos de interés.
Todo este conjunto de beneficios refuerza la premisa de que la gestión sustentable de la cadena de valor es una inversión y tiene impactos tangibles que se cristalizan, en términos generales, en un incremento de la competitividad y de las oportunidades de mercado tanto de grandes como de pequeñas y medianas empresas.