Ya no se da esa tan marcada división de las tareas por la cual los hombres salían a trabajar y las mujeres se dedicaban al cuidado del hogar. Estamos presenciando un nuevo paradigma: tanto los hombres como las mujeres se plantean una carrera profesional compatible con las exigencias de la vida familiar.
Aunque en teoría es fácil armonizar estos dos ámbitos, a la hora de conciliarlos se presentan conflictos y dilemas. Las necesidades económicas y las presiones de un mercado laboral marcado por la desocupación hacen que las personas encuentren cada vez más dificultades para alcanzar ese equilibrio. Quien consigue un empleo estable, hace lo imposible por mantenerlo, muchas veces a costa de dedicarle menos tiempo a su familia.
Familia y trabajo son dos ámbitos de la vida humana que se atraen y a la vez se exigen porque en ellos se centra el desarrollo personal. En efecto, desde lo más íntimo de su ser, cada persona es llamada a alcanzar su plena perfección en el mundo laboral y en su ámbito familiar. Ambas realidades están íntimamente relacionadas: el trabajo se entiende en relación con las personas que uno quiere y, por tanto, se trabaja para la propia familia, en vistas a desarrollarla y a mejorarla.
La familia es el primer ámbito irrenunciable donde la persona desarrolla todas sus potencialidades y donde ejerce una dimensión propia como es la donación. Muchas veces se considera que esta cuestión atañe sólo a las mujeres –porque se lo asocia exclusivamente con la maternidad– pero no es así. También el varón ha de dedicar tiempo y entregar sus mejores energías dentro del ámbito familiar porque no puede resignar facetas importantes de su personalidad, como son el hecho de ser esposo, padre, hijo o abuelo.
Por su parte, el trabajo es el otro gran ámbito de perfeccionamiento personal en el cual el individuo despliega otras capacidades y las pone al servicio de los demás. El trabajo tiene que llevar a un verdadero desarrollo personal y no convertirse en una mera contraprestación para recibir un beneficio económico. Por tanto, toda organización ha de supeditarse al desarrollo de las personas