En este marco nos interesa destacar la importancia de la prevención para evitar la ceguera y la discapacidad visual de las personas. En particular hacemos foco en la Retinopatía Diabética y el Glaucoma. Se trata de dos enfermedades cuyos síntomas son difíciles de observar y la visita periódica al oftalmólogo es altamente recomendable para su detección.
Retinopatía Diabética: las personas que padecen diabetes por más de 10 años tienen grandes posibilidades de desarrollar una enfermedad en los vasos sanguíneos de la retina llamada retinopatía diabética. Esta enfermedad deteriora la irrigación de la retina y, si no es tratada a tiempo y adecuadamente, puede llevar a la ceguera.
La retinopatía diabética no presenta síntomas visibles para el paciente hasta un estadio muy avanzado de la enfermedad, cuando la persona empieza a dejar de ver. Por ello, si Ud. tiene diabetes, es imprescindible que se realice al menos un control oftalmológico por año. Un examen oftalmológico es el único medio para detectar cambios dentro los ojos. Con frecuencia, su médico puede diagnosticar y tratar la retinopatía grave antes de que se manifieste un problema serio en la visión.
El primer paso para prevenir el avance de la retinopatía diabética es la prevención. Un estricto control del azúcar en la sangre reducirá de forma significativa el riesgo de perder la visión. Además, si usted tiene diabetes, debe evitar fumar y vigilar su presión arterial. También es muy recomendable hacer ejercicio para prevenir esta y otras afecciones relacionadas con la diabetes. Con los controles adecuados, la pérdida de la visión puede ser evitada en gran medida.
Glaucoma: el ojo genera un líquido en forma constante llamado humor acuoso, que tiene varias funciones importantes. El humor acuoso circula dentro del ojo y sale del ojo a través de una serie de canales altamente especializados que forman una malla, y que se llama malla trabecular o trabeculado. Cuando el humor acuoso no puede salir del ojo, la presión intraocular (PIO) aumenta, lo que puede llevar al desarrollo del glaucoma. Si la presión está elevada en forma importante o por un período prolongado, daña el nervio óptico.
El nervio óptico es un conjunto de fibras que llevan la información de lo que vemos al cerebro. Cuando se daña el nervio óptico, se comienza a perder el campo visual. Primero se comienza a perder el campo visual periférico. En esta etapa el paciente no nota nada, y recién nota una disminución de su campo visual cuando ha perdido un gran porcentaje del mismo. Los estudios disponibles en la actualidad son capaces de detectar el déficit visual con gran anticipación, mucho tiempo antes de que este déficit signifique un problema para la vida cotidiana del paciente.