¿Qué particularidades tiene la RSE en Chile respecto a otros países de Latinoamérica y de Estados Unidos y Europa?
Siendo un concepto todavía joven en Chile, la RSE se encuentra tensionada por una imagen asociada a la difusión de buenas prácticas y la búsqueda de beneficios en imagen y reputación. Ese aspecto obliga a trabajar muy duro para difundir adecuadamente el valor de la gestión sostenible de los negocios. En las empresas de mayor desarrollo en estos temas, se ha ido asentando la necesidad de instalar una forma ética y sostenible de hacer negocios que integra armónicamente el desarrollo económico, junto con el cuidado social y ambiental. Esto es, no sólo buscar rentabilidad económica, sino también generar valor a la sociedad en toda su cadena productiva: al comprar, contratar, producir, publicitar, distribuir, comercializar, etc.
La buena noticia es que algunas prácticas que nos parecían normales hace 15 años hoy las encontramos inconcebibles. Además, se han multiplicado los proyectos específicos de apoyo a las comunidades aledañas, a los mismos trabajadores, al ecosistema en el que la empresa opera. Ya sean voluntariados, trabajos con el medio ambiente; en fin, prácticas que pueden partir desde una política de reciclaje al interior de las compañías, hasta trabajos profundos en terreno con la comunidad.
Desde la perspectiva de los temas que se trabajan en este ámbito, en un mundo globalizado hoy éstos no son muy diferentes de los que preocupan a otros países de la región, Europa o Norteamérica, tales como el enfrentamiento del cambio climático, la gestión ética de los negocios, la importancia del involucramiento de los directorios, la diversidad laboral, los derechos humanos en la empresa, entre otros.
¿Cómo cree que van a influir los ODS y la Cumbre de París en la RSE chilena?
Tanto los Objetivos de Desarrollo Sostenible como el acuerdo internacional para enfrentar el cambio climático han tenido difusión mediática en Chile, por lo cual vemos que se está generando sensibilización en distintos actores sociales, en especial las organizaciones ligadas a la Sostenibilidad, respecto a la necesidad de enfrentar desafíos relevantes para el bienestar de la humanidad y la preservación del Planeta. Las organizaciones que trabajamos por el Desarrollo Sostenible estamos impulsando la incorporación de esta agenda en los desafíos locales, bajo el entendimiento de que las soluciones, para que sean verdaderamente sostenibles, deben co-construirse entre quienes pueden influir y aportar.
¿Cómo cree que se está impulsando desde el Gobierno la Responsabilidad Social?
Si bien existen distintas instancias en las cuales se hacen diagnósticos y propuestas, el país carece de una institucionalidad capaz de concordar una agenda de desarrollo de largo plazo y velar por su implementación. Las reformas tienden a ser políticas de gobierno, pero no de Estado. El diseño e implementación de una verdadera agenda de desarrollo que sea sostenible en el tiempo requiere de un espacio de conversación y de decisión que sea: autónomo para enfocarse al país que queremos en 30 años más; amplio y pluralista, con participación del mundo político, empresarial y de la sociedad civil; y capaz de equilibrar las dimensiones económica, ambiental y social del desarrollo. La excepción, en este sentido, la constituyen el Consejo Nacional de Producción Limpia, el Consejo de Responsabilidad Social y Desarrollo Sostenible y algunos programas de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo).
¿Cómo está funcionando el Consejo de Responsabilidad Social y Desarrollo Sostenible?
En los últimos años, y trascendiendo el color político de los gobiernos, ha empezado a funcionar el Consejo para la Responsabilidad Social y el Desarrollo Sostenible, creado bajo la administración Piñera y al que la actual administración le ha intentado imprimir un sello más estratégico.
En él, ministerios y servicios públicos, instituciones académicas, ONG, centrales sindicales y organismos empresariales buscamos consensuar las directrices para una agenda de desarrollo sostenible, es decir, recogiendo la tríada economía-medio ambiente-desarrollo social. Los participantes trabajamos en la elaboración de un Plan de Acción 2015-2018 que contempla varias medidas, tales como la redacción de una política nacional de Responsabilidad Social, promoción de la gestión de la diversidad, la incorporación del enfoque de género y las recomendaciones que promueve la OCDE. También contiene acciones público-privadas de fomento a la responsabilidad empresarial, la incorporación del tema en la agenda comercial del país y la creación de un sistema de seguimiento y la elaboración de indicadores.
Más allá de la esperanza que despiertan todos estos esfuerzos, parece razonable plantearse que, para que esta vez efectivamente hagamos la tarea, el paso siguiente es la consolidación de una institucionalidad de Estado que integre efectivamente los esfuerzos parciales, y que goce de grados importantes de autonomía respecto a las prioridades y objetivos del gobierno de turno, capaz de convocar a los actores más relevantes para la tarea definitiva de sancionar una agenda de desarrollo y de velar por su implementación en el tiempo.
¿Cuáles son los principales frenos para que la RSE se expanda más en el tejido empresarial?
Para ACCIÓN, el concepto de RSE ha dejado de reflejar los inmensos desafíos que tiene el mundo empresarial como parte de un ecosistema frágil y tensionado en diversos aspectos. Por las connotaciones que hemos explicado, creemos que lo que es necesario instalar en las empresas es una visión ética en los negocios, la probidad en los comportamientos y la responsabilidad con los impactos que genera en todos sus procesos, pensando en la Sostenibilidad de largo plazo.
Estas son todas materias de responsabilidad de los gobiernos corporativos de las empresas. Es deber de un liderazgo sintonizado con los intereses de los accionistas y todos los públicos de interés de la organización, no sólo elegir a profesionales por su capacidad técnica sino también por un ineludible compromiso valórico. Es responsabilidad de esos directorios poner los incentivos correctos, tener sistemas adecuados de control, seguimiento de prácticas y mantención de una cultura que no se deje permear por el atajo, la coima o la codicia y que, por el contrario, estimule la responsabilidad y la excelencia en todos los procesos.
Otro de los frenos es la prevalencia de la mirada de corto plazo, sin considerar los impactos para el futuro o los cambios que se generan en la sociedad. También, la falta de una cultura de colaboración entre pares o distintos y alianzas público-privadas, de las cuales nos beneficiamos por la integración de puntos de vista y esfuerzos conjuntos.
¿Qué retos se están marcando para los próximos años?
Sin duda, el reto principal para los próximos 15 años es la acción empresarial y en colaboración con otros actores para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El Centro Regional ha desarrollado una plataforma virtual donde se explica la alineación de esta arquitectura desde una perspectiva global-regional-local.
Asimismo, el Centro Regional ha identificado su papel para dar impulso a esta arquitectura, en relación con sus objetivos, a través de la alineación con los objetivos de la ONU, la promoción de la ética para el respeto de los principios sociales, ambientales y de gobernanza, y la articulación para la acción colectiva.