La mala disposición del post consumo de las bolsas genera pasivos ambientales a la vez que se desaprovecha un recurso que puede contribuir al menor uso de materias primas y aportar al medio ambiente a través del reciclaje; y por ello es esencial una normativa nacional que incorpore las mejores prácticas de las experiencias exitosas de países desarrollados con altos estándares medioambientales. Iniciativas aisladas solo confunden a la ciudadanía.
De acuerdo a la experiencia de los países que han optado por prohibir las bolsas plásticas del comercio, esta medida no es factible porque no genera cambios en la conducta de la ciudadanía y no promueve inversiones en la industria del reciclaje. Esto ocurre debido a que el uso y la mala disposición de las bolsas no termina con esta medida. La prohibición en la práctica se hace inaplicable por la falta de sustitutos y genera mercados informales con productos de peor calidad, lo que sigue causando mala disposición. Estas bolsas no tendrán al final de su vida útil un destino sustentable, como el reciclaje.
El problema del sobreconsumo de las bolsas plásticas se genera con la mala disposición y la falta de incentivos al reciclaje de la comunidad, ya que en su mayoría son reciclables y existe un desconocimiento general en este tema. Un verdadero cambio de hábito pasa por la educación de la ciudadanía, no por la prohibición. La mayoría de las bolsas son un recurso, no un desecho y lo grave es que un 77% de los chilenos desconocen esta realidad.
Las bolsas plásticas entregan una solución a muchos problemas que otras de distinto material no pueden resolver. No existen sustitutos con iguales características a las bolsas plásticas del comercio, sus homólogos de otros materiales, además de ser menos amigables con el medio ambiente durante su ciclo de vida, consumen más energía y emiten una altísima carga de gases tipo invernadero, y no cumplen con la inocuidad, resistencia, capacidad de transporte v/s su peso y uso de recursos, bajo costo y capacidad de reutilización y reciclaje.
Por lo tanto, el camino que realmente aporta al medioambiente es el reciclaje y el incentivo del consumo consciente de estas bolsas. Chile debería imitar la experiencia internacional que ha resultado exitosa: Es urgente establecer un marco regulatorio que norme la calidad, estableciendo la incorporación de material reciclado en su manufactura, e información contenida en la misma bolsa sobre su reciclaje y reutilización. Además transparentar el cobro de las bolsas, eliminando su falso sentido de gratuidad para generar efectivos cambios de hábito en la ciudadanía. De esta forma, se fomenta la reutilización, reciclaje, y al mismo tiempo que se generan incentivos para el nacimiento de industrias de valorización y reciclaje, transformando lo que se considera residuos en recursos y se establece un círculo virtuoso entre el medio ambiente y la ciudadanía.