Cada octubre, el Día Mundial del Ahorro de Energía invita a las empresas chilenas a reflexionar sobre su impacto ambiental y, más importante aún, a implementar acciones concretas para reducir su consumo energético. En un contexto donde los costos de la energía siguen subiendo, la gestión eficiente de esta se ha vuelto una estrategia clave para mejorar la competitividad. No se trata solo de cumplir con las obligaciones de la Ley 21.305 de Eficiencia Energética, sino de ir más allá y adoptar un enfoque proactivo para optimizar el uso de energía.
El reto para las empresas reside en dos preguntas esenciales: ¿qué tan eficiente es mi empresa y cuánto potencial de mejora tenemos? La respuesta comienza con una evaluación detallada del consumo energético, identificando las áreas críticas donde se puede mejorar. Esto incluye monitorear el consumo, ajustar los procesos para hacerlos más eficientes, y realizar un seguimiento constante de los indicadores clave. Las empresas que no han implementado estas prácticas tienen un margen significativo de mejora, que puede traducirse en ahorros considerables y una mayor sostenibilidad.
Desde 2016, 23 organizaciones chilenas han sido reconocidas internacionalmente por su gestión energética bajo la norma ISO 50001, alcanzando en promedio un 5,01% de mejora anual en su desempeño energético y un ahorro de 131 GWh al año. Este tipo de logros demuestra que invertir en eficiencia energética no solo responde a una responsabilidad ambiental, sino que es una oportunidad clave para reducir costos y mejorar la competitividad en el largo plazo.
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