Alcanzar este nivel de desarrollo humano es, sin duda, una excelente noticia. En un listado encabezado por Noruega, Suiza y Australia, no podemos sino alegrarnos respecto de los avances que hemos ido alcanzando como país. Sin embargo, cuando hacemos foco en la realidad de las brechas entre hombres y mujeres, la satisfacción se desvanece y volvemos a visibilizar nuestra compleja realidad. El informe desarrollado por el PNUD incluye un Índice de Desigualdad de Género (IDG), elaborado a partir de las variables de salud reproductiva, empoderamiento y actividad económica de las mujeres. Aquí el resultado es preocupante: En Chile, esta brecha es de 2.3 veces la observada en el promedio de naciones que tienen los más altos niveles de desarrollo humano.
Este número se construye a partir del PIB per cápita por sexo. Y es aquí donde la cifra es reveladora: el monto estimado para los hombres es de 28.809 dólares, mientras que para las mujeres es de 15.137 dólares. Si en el Índice de Desarrollo Humano ocupamos un merecido lugar 44, en el de Desigualdad de Género descendemos hasta un preocupante puesto número 72. ¿Cómo lo entendemos entonces? Uno de los análisis entregados por el organismo es que las mujeres continuamos participando menos del mercado laboral, además de recibir menores ingresos por igualdad de cargo o labores. Y eso repercute directamente en nuestra calidad de vida y en las expectativas de desarrollo que podemos tener a futuro.
¿Qué nos queda por hacer como sociedad frente a este desafío? Estamos transitando por un punto en la historia del mundo en donde las demandas de las mujeres han estado en constante exposición. La eliminación de la brecha de género se ha vuelto un imperativo en contextos en donde las sociedades están volcándose, con todo el proceso de reflexión y ajuste que eso conlleva, a demandar equidad en el acceso a la educación, al trabajo, a tener voz y voto en temas relevantes, entre muchos otros.
No dejemos de atender estas señales o los movimientos en donde se busca visibilizar esta deuda pendiente, y de larga data, en términos de igualdad. Debemos escuchar, acoger y actuar de forma efectiva para mejorar la vida de millones de mujeres, simplemente, porque es una responsabilidad que tenemos como país y de la cual no podemos ni debemos huir.