Se podría argumentar que la primera evidencia de la gestión de recursos hídricos se remonta a 6000 A.C, en Egipto y Mesopotamia para fines de riego.
A pesar de esto, recién a fines del siglo pasado se estableció claramente la necesidad de una gestión del agua alrededor del mundo.
Ahora, más que nunca, se requiere de una clara estrategia para abordar los desafíos que la gestión de los recursos hídricos presenta. La urbanización, el cambio climático, el crecimiento de la población y el desarrollo económico están ocurriendo en todo el mundo y agregan una presión adicional sobre este finito recurso.
Si bien se han generado alentadores desarrollos en los últimos años, una asombrosa cifra de 844 millones de personas siguen viviendo sin un servicio básico de agua potable.
Además de las mencionadas amenazas a largo plazo sobre los recursos hídricos, las malas prácticas en su gestión a menudo se convierten en el tema central de discusión, ya que representan algo que se puede abordar al corto plazo.
La gestión integrada de recursos hídricos (GIRH) es un enfoque que ha capturado la imaginación de investigadores, profesionales, departamentos gubernamentales e instituciones de investigación alrededor del mundo, que tiene como objetivo atender la naturaleza compleja del agua de manera holística a nivel de cuenca.
El Global Water Partnership define la GIRH como “un proceso que promueve el desarrollo y la gestión coordinada del agua, la tierra y los recursos relacionados para maximizar el bienestar económico y social de manera equitativa, sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas”.
Para reforzar aún más la GIRH, en 1992 se presentaron los cuatro Principios de Dublin en la Cumbre Mundial de Río de Janeiro, uno de los cuales se refiere a la importancia de los enfoques participativos en la gestión del agua que involucran a usuarios, planificadores y formuladores de políticas en todos los niveles.
En Chile, la Dirección General de Aguas ha identificado entre los desafíos futuros el “generar una adecuada gobernanza para la gestión del agua por cuencas”, entendiendo que “corresponde a la autoridad jugar un papel que facilite la participación y coordinación de los distintos actores, los cuales deben ser integrados en la toma de decisiones y en la administración del agua”.
Desde la creación del Programa de Investigación Territorio y Agua en CSIRO Chile en 2015, el enfoque participativo ha sido uno de los métodos clave en la implementación de proyectos. Un buen ejemplo de esto lo demuestra el trabajo llevado a cabo en la cuenca del río Rapel para apoyar a las partes interesadas en la identificación de enfoques y de herramientas que les permitan avanzar hacia una gestión sostenible e integrada de los recursos hídricos.
Fundamentalmente, este proyecto implicó el desarrollo de un proceso participativo que identificó las necesidades y desafíos de los actores clave relacionados con la gestión de los recursos hídricos y desarrolló una visión compartida para el futuro de la cuenca.
La interacción con los actores clave se realizó principalmente a través de la creación de un Grupo Asesor compuesto de 12 representantes (públicos y privados) de usuarios del agua, autoridades locales y otras instituciones y organismos pertinentes y vinculados a la cuenca del río Rapel.
Recientemente comenzó la segunda etapa de este proyecto, en la cual CSIRO Chile espera seguir construyendo sobre el capital social generado con el objetivo de facilitar la gobernanza del agua en la cuenca para avanzar en la GIRH. En particular, se está trabajando en la creación de distintos escenarios de gobernanza del agua adaptados al contexto socio-hidrológico local de la cuenca.
El desarrollo y la aplicación de una herramienta innovadora de apoyo a las decisiones denominada SimRapel, la cual acoplará un modelo hidrológico de la cuenca con un modelo de agentes (Agent Based Model en inglés), facilitará un enfoque inclusivo del tipo “bottom up” (desde las bases), para crear transparencia y confianza entre los actores clave.
Si bien ha habido algunos ejemplos positivos de cooperación entre los actores relevantes en la Región de O’Higgins, como las Mesas de Aguas Limpias, aún hace falta una entidad que incluya la representación de todos los actores clave para la toma de decisiones a nivel de la cuenca.
Entre los principales problemas y desafíos percibidos durante los talleres participativos del proyecto, se encuentra la institucionalidad, la organización y la capacidad de los usuarios de agua para interactuar y dialogar de manera transparente y cooperativa.
Mientras que la cuenca del río Rapel aún no enfrenta la problemática de una extrema escasez y elevada competencia por el recurso (como sí se puede observar en otras cuencas más al norte del país), las proyecciones de cambio climático en Chile indican una tendencia al aumento de temperaturas a lo largo del país, junto con una reducción de la precipitación media (20-30%) para la mayor parte de las regiones centro-norte y centro-sur para el final del siglo XXI, déficit que ya comienza a observarse en esta región.
Por lo tanto, es probable que el cambio climático y el aumento de la demanda de agua acentúen una disminución notable de la disponibilidad de agua durante las próximas décadas. Esto ilustra aún más el requisito apremiante de una gobernanza robusta para los recursos hídricos de la cuenca, para mitigar los impactos negativos asociados al uso de este vital recurso en la región.