El sector de la logística terrestre en Chile está en una encrucijada, presionado por la necesidad de reducir su huella de carbono y de adaptarse a un modelo más sostenible. A medida que la adopción de vehículos eléctricos (VE) crece globalmente —con uno de cada cinco autos vendidos en 2023 siendo eléctrico, según el estudio de Volvo Cars Chile y la Universidad Adolfo Ibáñez— Chile también muestra señales de cambio. Durante el primer semestre de 2023, la venta de vehículos eléctricos superó las 3.500 unidades, un aumento de 40.5% comparado con el año anterior, según cifras de la Asociación Nacional Automotriz de Chile (ANAC). Sin embargo, la transición en el sector logístico plantea desafíos adicionales, especialmente para cumplir con las ambiciosas metas de solo maquinaria eléctrica para 2035 y una flota totalmente eléctrica para 2050.
Los desafíos de infraestructura y costos
“El avance hacia una logística sostenible enfrenta grandes retos en Chile, sobre todo en la infraestructura de carga. La disponibilidad de puntos de carga para vehículos eléctricos de gran tamaño es limitada, lo cual complica la adopción en rutas de larga distancia y en áreas rurales,” explica Cristián Lange, Product Manager de Tranciti. Esta infraestructura insuficiente para el transporte pesado impone barreras significativas para la electrificación de flotas en regiones menos urbanizadas.
Además, el alto costo inicial de los vehículos eléctricos sigue siendo un obstáculo. “Aunque a largo plazo los VE son más rentables en términos de mantenimiento y consumo energético, la inversión inicial y la falta de subsidios específicos en Chile ralentizan su adopción,” afirma Lange, señalando también la limitada disponibilidad de camiones eléctricos en el mercado chileno. Para un país con una geografía tan diversa, las soluciones deben adaptarse a terrenos y climas variados, lo que añade complejidad a la implementación de nuevas tecnologías.
Transformación integral de la logística
Para Tranciti, la sostenibilidad en logística no se limita a cambiar los motores de combustión por eléctricos. “Es una transformación completa de la operación logística: optimizar rutas, utilizar plataformas de mantenimiento predictivo, analizar datos en tiempo real y hacer un uso más eficiente de la energía,” detalla Lange. La adopción de vehículos eléctricos en la logística requiere repensar la planificación de rutas y reducir los kilómetros recorridos, además de implementar tecnología avanzada para monitorear y gestionar flotas de forma eficiente.
Las empresas también enfrentan presiones regulatorias para reducir emisiones y cumplir con estándares ambientales. Estas normativas demandan no solo cambios tecnológicos, sino una estrategia integral que abarque la reducción de viajes en vacío y la optimización de toda la operación logística. “Estamos apoyando a nuestros clientes con soluciones innovadoras que faciliten esta transición,” asegura Lange.
Experiencias y soluciones tecnológicas en Chile
Tranciti ya está viendo cómo algunas empresas han optado por incorporar flotas eléctricas, mientras que otras avanzan de forma gradual o han elegido vehículos híbridos que funcionan con gasolina y electricidad. “Ambos caminos tienen sus beneficios, y hemos visto clientes que casi han completado la transición de su flota. La sostenibilidad no tiene un único enfoque,” comenta Lange.
Entre las soluciones tecnológicas que Tranciti ofrece destacan herramientas como la plataforma ‘Última Milla’, telemetría GPS, análisis de datos en tiempo real y sistemas de mantenimiento predictivo. “Estas herramientas permiten una logística más eficaz y menos susceptible a interrupciones, optimizando la planificación de rutas y asegurando entregas en tiempo real,” explica Lange. Con estas tecnologías, Tranciti busca minimizar riesgos y maximizar la eficiencia en la operación, facilitando la adopción de una logística más ecológica y adaptada a los desafíos de Chile.
En un entorno de creciente urgencia climática y con metas ambiciosas en el horizonte, el sector logístico en Chile se enfrenta a una oportunidad única para liderar el cambio hacia un futuro más sostenible. La transición a flotas eléctricas, aunque desafiante, es vista cada vez más como una inversión a largo plazo en la resiliencia y sostenibilidad de la industria.
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