A principio de los años setenta, 20 millones de estadounidenses salieron a las calles para manifestar y exigir soluciones a raíz de los problemas relacionados con la excesiva contaminación y cómo ésta estaba afectando la biodiversidad del planeta. Si bien ha pasado casi medio siglo y pese a los avances científicos y tecnológicos, el problema ambiental se ha vuelto más crítico.
Lamentablemente, y pese a los innumerables esfuerzos públicos y privados, la contaminación ha ido en aumento, afectando especialmente el agua. Sólo en 2018 se vertieron más de 4 millones de toneladas de combustibles en los océanos, a lo que se suman enormes islas flotantes de plástico (algunas de ellas con superficies que superan a Chile); los gases de efecto invernadero abarcando todo el hemisferio norte y el aumento progresivo de la temperatura del mar, que está generando graves problemas en el ecosistema, en los últimos 40 años.
Chile en esta materia no ha quedado atrás, y ha tomado medidas valiosas, como la restricción en algunas ciudades, de la entrega de bolsas plásticas en supermercados y la promulgación de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), que tiene como principal objetivo el disminuir la generación de residuos y fomentar la reutilización y el reciclaje. Recordemos que nuestro país anualmente genera más de 17 millones de toneladas de residuo, de la cual apenas un 10% se recicla.
Este año nuestro país será sede de la Cumbre sobre el Cambio Climático (COP 25), instancia en donde deberemos entregar, frente a las otras naciones, compromisos claros de nuestro aporte en esta materia.
Según el informe entregado por la OMS, seis ciudades chilenas se encuentran dentro del top 20 de las más contaminadas de América; siendo Coyhaique la que lidera dicho ranking en el continente, ocupando el puesto número 139 a nivel mundial.
No cabe duda que el país, al recibir la COP25, tiene la oportunidad de impulsar nuevas soluciones, comprometerse con ciertos objetivos y metas y generar el cambio de mentalidad en todos los ciudadanos. No podemos dejar pasar esta gran oportunidad para demostrar que un país pequeño, sí puede ser líder cuando se trata de llevar a cabo una convicción plena que es inherente a nuestra condición de ser uno de los países más vulnerables del mundo, cuando hablamos de los efectos de cambio climático.