Estos logros materializados en una ley, no han sido de la noche a la mañana, devela un trabajo de mucho tiempo atrás gracias al asociacionismo de las diferentes discapacidades inicialmente los padres de personas con discapacidad fueron asociándose y abriendo diferentes espacios para que luego las personas con discapacidad con preparación y capacitación adecuada construyan su propia identidad para que sean aceptados como tales.
En los diferentes países en donde la ley de cuotas está vigente es meritorio reconocer que algunas empresas tanto públicas como privadas han dado pasos importantes en su afán de cumplir con este porcentaje de personas con discapacidad insertadas laboralmente.
Este trabajo ha ido calando de a poco en la conciencia y responsabilidad social de las empresas, de los empresarios y de las personas en general, produciéndose una simbiosis en el concepto de integración a inserción, de la obligatoriedad de la ley a una posición actitudinal, tanto es así que hay empresas muy grandes que ya no solo aspiran cumplir con el porcentaje obligado sino dentro de sus metas de recursos humanos contemplan superar la misma (hay recompensas de impuestos, que me parece justo). En contraste a estas buenas intenciones se suele escuchar de algunos empresarios que solicitan ternas de personas con discapacidad “que no supere el 35% de discapacidad, entre 25 a 35 años de edad y que casi no se note la discapacidad”, resulta gracioso leer esto sin embargo considero que con un trabajo de sensibilización y de exposición hacia la discapacidad, estos atavismos y pre-juicios se irán superando, en todo caso de una u otra manera están abriendo sus puertas.
Propongo hacer un ejercicio en el cual, miremos más a la persona que a la discapacidad, ese momento nos daremos cuenta que la similaridad es de un 97% y que la diferencia producida por la discapacidad es de apenas un 3% sin embargo las diferencias funcionales en la eficacia y eficiencia del trabajo tendrán una proximidad de un 99 a 100% superando incluso a personas sin ningún tipo de discapacidad. Mirar a la “persona” antes que a la “discapacidad” nos permitirá crecer como personas con una actitud positiva, proactiva, con un criterio de justicia y llegar a ser una sociedad inclusiva.
Recordemos que todos vamos en camino de la discapacidad puesto que la vejez como tal nos va a discapacitar de a poco, no esperemos estar al otro lado para recién intentar y luchar porque los demás comprendan esa condición que antes nos resultaba indiferente.
Para concluir considero que la aprobación de estas leyes han sido la “punta del iceberg” que ha abierto el mercado laboral y definitivamente el cambio actitudinal dará pasos agigantados y a toda velocidad en la inserción laboral.