BlackRock Inc., uno de los mayores administradores de inversiones a nivel mundial, al enterarse de que el Gobierno australiano había aprobado la construcción de un puerto enla zona noreste del país para exportar carbón y gas natural licuado (GNL) a China, no dudó en llamar la atención ante la amenaza que ese proyecto constituía para la preservación de la Gran Barrera de Coral. Pru Bennett, director de Asia Pacífico de BlackRock, en entrevista concedida a Bloomberg, el 31 de marzo de 2014, advirtió a los inversionistas vinculados al proyecto que estaban frente a un alto riesgo de sufrir un gran daño a su reputación e incluso de llegar a perder su licencia social para operar. Más aún, anunció que BlackRock vendería sus activos presentes en empresas vinculadas a la exportación de carbón y GNL desde puertos cercanos a la Gran Barrera de Coral australiana y aconsejó a los otros inversionistas a hacer lo mismo.
En Chile, en abril de 2014, una Administradora de Fondos de Pensiones (AFP) decidió no suscribir el aumento de capital de dos de las sociedades Cascada. “Sería incomprensible que nosotros contribuyamos a otorgarle más recursos a una sociedad cuyo manejo está en controversia”, declaró el presidente saliente de la entidad, agregando que la decisión se basó en su deber fiduciario: “No queremos perjudicar los intereses de nuestros afiliados”.
Ambas decisiones dan cuenta de una situación cada vez más frecuente en los negocios corporativos: los inversionistas institucionales están tomando decisiones de inversión basados en aspectos no financieros. En un caso se identificó un potencial riesgo medioambiental con repercusiones en la reputación y la licencia para operar. En el otro se ejerció el rol fiduciario, declinando apoyar una operación bajo controversia que podría tener un impacto negativo para sus cotizantes. Estos casos son una fiel expresión de los resultados que arrojó el estudio Rate the Raters Phase Five: The Investor View, publicado por Sustainability y Bloomberg. Tras encuestar a más de 1.000 inversionistas y analistas financieros, se determinó que un 59% de los inversores institucionales utilizaba a menudo o siempre información sobre gobierno corporativo en sus decisiones de inversión, un 40%, sobre ámbitos sociales, y un 34%, información medioambiental. Esto con el fin de conocer el riesgo de las compañías en el manejo de sus variables extrafinancieras, destacando el mayor interés de los inversionistas por observar el gobierno corporativo de las empresas, especialmente la independencia del directorio y la ética corporativa.
Este tipo de variables no financieras y su importancia en la toma de decisiones de inversión también se ven reflejadas en otro hallazgo del mismo estudio: un 57% de los inversionistas declaró utilizar la investigación ‘in house’ o propia como fuente de información acerca de las prácticas de Sustentabilidad de las compañías en las que invierte, seguido por un 53% que utiliza un proveedor externo de información y un 50% que se basa en la información reportada por la propia compañía.
Si bien no siempre tienen un rol activo en la marcha de las empresas y, por lo general, su presencia pasa inadvertida a nivel público, los inversionistas, como actores del mercado de capital, están comenzando a tener opinión e influencia en materias más amplias que el ámbito financiero, pudiendo convertirse en protagonistas de un mundo más sustentable.
Lo relevante de estos casos es que se trata de decisiones de negocios que tienen conciencia de que, hoy en día, los negocios que buscan ser exitosos en el largo plazo requieren hacer un aporte al entorno en el cual operan. El aumento de este tipo de decisiones por parte de los inversionistas es definitivamente una señal que las empresas tendrán que saber interpretar: les será prácticamente imposible ser exitosas si no demuestran que su gestión y su visión de negocios son sustentables. Y las que lideren esta tendencia, serán las primeras que cosechen los frutos y se beneficien del espiral virtuoso de la Sustentabilidad.