Después de 13 años de lecciones aprendidas, hoy sabemos que lo anterior hace parte de procesos más amplios de construcción de paz, cuya sostenibilidad depende del esfuerzo y compromiso no solo del Estado sino de la sociedad en su conjunto.
Bajo ese marco, el sector privado juega un papel de vital importancia. Si bien es claro que los Estados son responsables por el bienestar de sus ciudadanos, las empresas privadas que trascienden la filantropía y lideran dinámicas encaminadas a la reconfiguración del tejido social, desarrollo de capital humano y comunitario, son fundamentales para potenciar y consolidar la reconciliación.
Así lo hemos entendido desde la ACR y por eso desarrollamos una estrategia de corresponsabilidad, con la cual vinculamos al sector privado de una manera más activa al proceso y a la política de reintegración.
Mediante distintos mecanismos como iniciativas de voluntariado, empleabilidad, prácticas laborales, apoyo a encadenamientos productivos, espacios de reconciliación, entre otras, la empresa privada se ha convertido en uno de los pilares del éxito de nuestro trabajo. Es en gran parte gracias al apoyo del sector privado, que en la actualidad, nuestros participantes permanecen en un 76% en la legalidad y aportan efectivamente al fortalecimiento de la convivencia pacífica a lo largo y ancho del país.
La posibilidad real de la terminación del conflicto armado y la agenda de desarrollo post 2015 (en particular el Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 que llama a los Estados a “Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible”) debe impulsarnos para multiplicar y fortalecer estas acciones, pues son sin duda el cimiento para una paz sostenible y duradera donde se rompan para siempre los ciclos de violencia en Colombia.