– ¿Para qué pierdes tiempo estudiando? ¡Si solo sirves para cocinar!
Estas palabras marcaron en la vida de María Corrales, mujer campesina que pidió que su nombre sea cambiado por su protección.
La experiencia narrada de María en la Radio Sutatenza, demuestra un esbozo de la áspera realidad que enfrentan muchas campesinas que, durante décadas, han sido excluidas, limitadas y vulneradas a tener una educación digna.
70 años atrás, María era una de los tantos niños en Colombia que no tenían una educación. Hasta el momento, esta solo ejemplo sigue pasando en muchas zonas rurales del país. Al día de hoy, a pesar de los avances que se han logrado sobre los derechos acceso a la educación, los indices de analfabetismo en estas áreas superan por encima a las zonas urbanas.
Según el Dane, la totalidad de niños matriculados en 2021, corresponde al 75,6% en sedes educativas del sector urbano. Sin embargo, en el sector rural el porcentaje es de 24,4%. En comparación al año 2020, donde los niveles educativos registraron decrecimiento.
Durante mucho tiempo, los campesinos han tenido que hacer frente a una serie de desafíos en su búsqueda de acceso a la educación. Estas dificultades persisten en la actualidad. A continuación, se enumeran los tres desafíos más relevantes:
Acceso limitado a la educación
Uno de los desafíos primordiales que enfrentan los agricultores en regiones rurales es la limitada disponibilidad de acceso a la educación. En estas zonas apartadas, la carencia de instalaciones educativas adecuadas, como escuelas y colegios, crea una disparidad desalentadora para numerosos niños y jóvenes deseosos de adquirir conocimientos. Las complejidades geográficas, especialmente en áreas montañosas o de difícil acceso, atrapan a estas comunidades en una realidad desfavorable donde el conocimiento y las posibilidades educativas parecen estar fuera de alcance.
A pesar de los progresos logrados en el año 2023, que incluyeron un hito presupuestario de $54,8 billones destinados al ámbito educativo (un incremento del 10% en comparación con el año precedente), el país aún se encuentra por debajo del promedio mundial en cuanto a inversión en educación, representando tan solo un 4,6% del PIB. Conforme al viceministro de Educación, Óscar Sánchez, se considera necesario destinar al menos un 6% del PIB para alcanzar los objetivos fijados en el Plan Nacional de Desarrollo.
Falta de recursos educativos
Las escuelas en estas zonas rurales a menudo enfrentan la carencia de elementos fundamentales para la educación, como libros, pupitres, materiales didácticos, computadoras y tecnología básica. Estos recursos, aunque parezcan simples, son solo la parte visible del problema, ya que restringen significativamente las oportunidades de desarrollo académico y ponen en riesgo el acceso a una educación de alta calidad.
Además, se suma a esta problemática la falta de acceso a internet y la ausencia de suministro eléctrico, lo que dificulta aún más la utilización de herramientas digitales que podrían abrirles puertas a nuevas modalidades de aprendizaje.
La situación actual no solo está marcada por la falta de materiales de apoyo, sino también por la necesidad de mejorar las habilidades de los educadores. Es esencial asignar fondos a programas de capacitación y desarrollo profesional constante para que puedan adquirir nuevas destrezas y mantenerse actualizados respecto a las últimas tendencias pedagógicas.
Brecha cultural y de género
En las comunidades donde las tradiciones culturales tienen una fuerte presencia, las mujeres y niñas se enfrentan a desafíos considerables al intentar acceder a la educación. Esto se debe a que sus roles están limitados a tareas domésticas agotadoras y a la responsabilidad del cuidado de sus familiares.
Esta limitación deja poco espacio para su desarrollo personal y educativo. Desafortunadamente, este paradigma cultural contribuye a tasas más bajas de matrícula y finalización escolar para las niñas en comparación con los niños.
La falta de referencias modelo y el prejuicio en algunas sociedades que afirman que la educación no es primordial para las mujeres limita las oportunidades y apoyo en áreas rurales. Superar estas barreras culturales y de género es crucial para garantizar la igualdad de aprendizaje, sin importar el género que tengan o la ubicación.
A pesar de ello, durante varias décadas, la radio ha sido un compañero esencial para las comunidades, impulsando la educación y llegando a lugares distantes donde viven personas perseverantes como María. Para ella, la radio se transformó en un espacio que le brindó la oportunidad de adquirir habilidades que mejoraron su calidad de vida a través del conocimiento.
“Gracias a la Sutatenza, yo pude aprender a leer, a sumar y criar bien a mis conejos, aunque mi apa’ no quiso y me golpeó y castigó para que lo dejara, yo no me detuve y vea, les enseñe a mis nietos toditito lo que aprendí con la radio.”, afirmó María con lágrimas de alegría y orgullo en sus ojos, los cuales lograban transmitir ese sentimiento de gratitud hacia la radio, el medio que le permitió aprender aquello que después le serviría como sustento para sacar adelante a sus hijos..
Ejemplos como el de María podrás escuchar en la serie de podcast “Las voces de Sutatenza”, un programa sonoro que narra vivencias campesinas nortesantandereanas en una época de resiliencia, donde la radio marcó un antes y un después en la educación rural del país; disponible en Spotify.
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