El desafío que esta hoja de ruta presenta es enorme, pues las prioridades de los gobiernos deben conciliarse con las políticas de largo plazo que plantea la Agenda 2030. Esto nos impulsa a planificar estratégicamente la construcción del futuro y especialmente de los estilos de desarrollo y de organización del territorio, garantizando modalidades de producción y consumos sostenibles, logrando ciudades y asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. Este último objetivo, en un continente urbano, presenta el reto de lograr ciudades inteligentes, integradas, eficientes, que aprovechen mejor los recursos, carentes de contaminación y resilientes al cambio climático, y donde lo público y el bienestar colectivo se sitúen en el centro de la agenda. Para ello el uso de las Tecnologías de la información y las comunicaciones y el BIG DATA (o los datos masivos) son fundamentales.
Varios de las entidades que estamos aquí hoy, entre ellas el MIT Media Lab, UN Global Pulse, Data Pop Alliance y la CEPAL, junto a varios actores del mundo de los datos, tanto tradicionales como no tradicionales, participamos hace dos años en un Grupo de Expertos Independientes que el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Ban ki-moon, conformó precisamente para analizar cómo la revolución de los datos podía ser un catalizador y una herramienta en pos del desarrollo sostenible. Este grupo lanzó a fines de 2014 el informe “Un mundo que cuenta: movilización de la revolución de los datos para el desarrollo sostenible”.
Este informe no sólo señaló las enormes oportunidades que nos ofrecen la revolución tecnológica y digital para la toma de decisión en políticas públicas para el desarrollo sostenible sino que llamó a un cambio de paradigma que replantea los tradicionales equilibrios de en el mundo de los datos, por el surgimiento de nuevos actores que hacen un uso estratégico de los datos, y cuestiona las formas en que los actores públicos, el sector privado y la sociedad civil actúan.
Hoy es imprescindible generar nuevas alianzas y formas de colaboración entre las fuentes y productores más tradicionales de datos e indicadores –como los censos y encuestas de los sistemas nacionales de estadísticas oficiales, las encuestas y los registros públicos y privados–, y las nuevas fuentes, potenciadas por las tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC), el uso masivo de dispositivos móviles, el internet de las cosas y la economía digital que generan los grandes datos (Big Data).
Como veremos en las presentaciones de hoy, el big data va más allá de los sistemas informáticos de acumulación de grandes volúmenes y nuevos tipos de datos. Es parte de un nuevo ecosistema digital en el cual están llamados a trabajas en forma inter-sectorial a inter-institucional entidades públicas como las que nos acompañan hoy: ministerios de economía, innovación, ciencia y tecnología, sistemas nacionales de estadísticas y renovar su colaboración con entidades del sector público, la academia y la sociedad civil.
El uso de big data permite que, mediante herramientas analíticas de datos estructurados y no estructurados, se generen oportunidades para mejorar la toma de decisiones en las áreas críticas de desarrollo, como la atención de la salud, el empleo, la productividad, el combate a la delincuencia, la seguridad y el manejo de los desastres naturales.
A medida que las tecnologías digitales se vuelven más universales, surgen innovaciones en aplicaciones y servicios en todos los sectores económicos, dando lugar a una nueva revolución industrial impulsada por los datos. Debido al continuo desarrollo de redes de acceso de alta velocidad, la ubicuidad en el acceso con múltiples dispositivos, el cloud computing, el Internet de Cosas y la inteligencia artificial, existe una explosión de datos generados por individuos, máquinas y objetos. Esto podría generar cantidades sin precedentes de información en términos de desglose y oportunidad y, por lo tanto, una herramienta fundamental para diseñar políticas basadas en evidencia.
La economía global es digital: Al 2016 existían 7,4 mil millones de suscriptores móviles; 3,5 mil millones de usuarios de Internet; El 50% de la población tiene acceso a banda ancha móvil; Más de 60.000 exabytes de tráfico IP por año; Más de 180 millones de aplicaciones descargadas. Y América Latina no está ausente de ello…
Si bien actualmente las tecnologías relacionadas con Internet de Cosas y análisis de datos son utilizadas principalmente por las empresas, estas deben ser vistas como herramientas poderosas para la innovación en el ámbito gubernamental, para la prestación de servicios y el diseño y monitoreo de políticas públicas.
Discurso de Alicia Bárcena, en el seminario Internacional Think Big: innovación de datos en América Latina y el Caribe.