Los habitantes de una población llamada Bonanza, enfrentaban grandes desafíos económicos y ambientales, la principal fuente de ingreso para sus habitantes era una fábrica que contaminaba el aire y el agua de la región, además, la tierra estaba agotada por la agricultura intensiva, en fin, la gente luchaba por obtener un buen empleo y deseaba consumir alimentos saludables.
Un día, una joven llamada Sol regresó a éste, su pueblo natal después de estudiar en la ciudad. Estaba decidida a hacer algo diferente, así que, comenzó a investigar y desarrollar un plan para implementar la denominada economía circular.
Al compartir su visión, explicó que se trataba de minimizar el desperdicio, mantener los recursos en circulación y crear oportunidades con negocios sostenibles. La comunidad se emocionó, se comprometió y decidió dar vida a esta fabulosa idea.
Comenzaron por aprender y educarse, optaron por trabajar en diferentes proyectos, decidieron reutilizar y reciclar los desechos de la fábrica, de los hogares, del colegio y así crear menos daño al medio ambiente.
Al mismo tiempo, establecieron programas de compostaje para revitalizar la tierra degradada, fomentar la agricultura sostenible y también la ganadería sostenible.
Para impulsar la reutilización, crearon un mercado comunitario en el que las personas podían donar o intercambiar objetos en lugar de desecharlos. Esto redujo la cantidad de residuos, permitió a las personas ahorrar dinero y les posibilitó construir sanas relaciones.
Estimularon la reparación de equipos utilizados en casas, negocios, oficinas, capacitando técnicos para el mantenimiento de los aparatos usados tanto en el ambiente urbano como rural, y concientizando a las personas de cuánto aportan al medio ambiente al reparar y no reemplazar innecesariamente los equipos de uso doméstico y laboral.
Promovieron el surgimiento de ideas de todas las personas con creativas capacitaciones en diferentes sitios y con variadas metodologías que se adaptan según edades, nivel escolar y entorno.
Gradualmente se implementaron diversos programas de energía eólica, solar y pequeñas hidroeléctricas para reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
La comunidad también incitó la producción de alimentos locales y orgánicos, lo que creó empleos y proporcionó víveres más saludables.
Además, se efectuaron variadas intervenciones frente al cuidado del agua, los ríos, los bosques y las praderas. Con el tiempo, este poblado se convirtió en un ejemplo de economía circular. La fábrica operaba de manera sostenible, los campos tenían cultivos saludables y la gente disfrutaba de mejor calidad de vida.
La economía circular había revitalizado el pueblo, creando empleo y mejorando la salud de la comunidad y el entorno.
¿Cuál es la moraleja?
Seguramente no tengo que explicarla. Esta historia quizá inspire la creación de comunidades sostenibles.
Te invito a reflexionar y tomar acción sobre cuánto puedes aportar al surgimiento de ambientes con economía circular.
En verdad cualquier lugar puede transformar su economía y cuidar el medio ambiente como base de un futuro más próspero para todos.
Si actuamos como personas inteligentes, amantes de la vida y con deseos de acariciar un bonito futuro, estaremos mejor que ahora, de lo contrario inevitablemente estaremos cavando nuestra propia sepultura.
El deseo de sostenibilidad existe, únicamente faltan acciones reales, efectuadas por personas seriamente comprometidas con la sostenibilidad.
Diariamente me pregunto ¿Si todas las personas cuidaran el planeta como yo lo hago, estaríamos mejor o peor? La respuesta me lleva a comportarme cada día mejor como ciudadano planetario, como consultor y como promotor de mi premisa de vida “Aportar belleza al mundo”.
Ahora te pregunto ¿Cuál es tu contribución para una vida inteligente y sostenible?
Si este texto te causa alguna inquietud, hablemos y encontremos la mejor forma de apoyarte a ti y a tu empresa.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Economía Circular, impulsando el compromiso con la sostenibilidad